La novela de Leopoldo Fontana, Vidas que conocí, que recién publica Oscar Todtmann Editores, es la representación de un mundo y una vivencia exquisitos que casi han desaparecido de nuestro panorama venezolano. En efecto, la exuberante prosa de este autor, así como su larguísima vivencia en tanto hombre vinculado a lo elegante y a la vida social más depurada le ha permitido traernos este registro que pone en primer plano valores y figuras de otros tiempos, de un paraíso perdido.Tuve el privilegio de llevar a efecto la edición final de este libro y quisiera hacer referencia a lo que fue mi experiencia editorial respecto a este trabajo y a su autor. Desde el momento inicial en que Leopoldo y mi persona nos conocimos en oportunidad en que le visité junto a Carsten Todtmann, director de la casa editorial, hubo un clic inmediato. Casi en seguida me vi transportado a otra época y a un glamour inusual en la Caracas de hoy. La parte superior del departamento de Leopoldo consiste de una suerte de gratísimo jardín y fue justo en ese espacio donde llevamos a cabo las primeras consideraciones editoriales para el manuscrito, un texto en el que figuras de la nobleza europea están imbricadas con personalidades de la Venezuela de antaño.A lo largo del relato, el lector hallará la vivencia novelada del escritor con descripciones en donde el refinamiento abunda, al igual que un cuadro muy verosímil de lo que fue la Caracas de otra época y las facetas de lo que ha sido el devenir político de la nación, en cuanto a las consecuencias que este ha tenido para el tejido social. Estas incidencias en el entorno social están sumamente bien representada. Así, por ejemplo, el lector hallará un cambio en la rítmica narrativa que se da en el momento cuando el autor expone los eventos propios del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez y la forma cómo se produce en ese instante un trastocamiento en las dinámicas sociales y de este modo se inicia el ocaso de lo que fue la sociedad mantuana, una sociedad que ha significado para la nación el aporte del buen gusto y lo refinado, cosa casi inexistente hoy en día cuando ese tejido social está por disolverse plenamente.La mirada última de Leopoldo Fontana apunta en este caso al alma de sus protagonistas; su larga trayectoria como cronista social y persona que ha observado a la geografía humana más refinada le ha permitido concebir esta novela en la que mediante la narración de la vivencia de cinco mujeres: Madame, Mamá Inés, Anita, Marina y Marta se establece el retrato de la mujer glamorosa por excelencia, algo que más allá de cualquier consideración material se refiere primordialmente al espíritu.El trabajo de edición junto a Leopoldo fue algo sumamente grato y que me trasladó a recuerdos de la Caracas de los sesenta y los setenta y a conversaciones donde prevalecía una naturalidad que era marca única. En dicho proceso fuimos trabajando con mucho placer y llevando a efecto la hechura de un artefacto de mucha depuración formal.De manera que la narrativa de este autor es una arqueología en donde el lector iniciado en estos tópicos irá hallando vasos comunicantes con personajes reales de la Caracas de ayer y de la nobleza europea, así como modos y costumbres que denotan los aspectos más excelentes del Ser, aspectos que tienen más que ver más con la cultura y con el alma que con cualquier otra cosa.Otro tópico muy interesante de este trabajo es el modo cómo están representadas las vidas de estas mujeres, de manera que se ve siempre la forma cómo se gesta el carácter mediante el esfuerzo y la celebración permanente de la luz. Los aspectos trágicos de la vida también tienen un espacio en este libro y mediante su exposición se ve el triunfo de lo humano en su proceso de ?hacer alma?.Con esta breve nota asistimos a un momento privilegiado y a la celebración de la vida y la trayectoria de Leopoldo Fontana, un autor cuya experiencia ha estado signada por una depuración excelsa.  Vidas que conocíLeopoldo FontanaOscar Todtmann EditoresCaracas, 2015.


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