En el sur de Nueva Zelanda, los helechos tienen el tamaño de un arbusto y dan a las selvas un toque jurásico. Hay lagos cristalinos y picos nevados. Si viste El señor de los anillos, ya conoces un poco este lugar, pues el cineasta Peter Jackson no tuvo que pasar las fronteras de su propio país para reencarnar el mundo inquietante imaginado por J.R.R. Tolkien.Debido a una intensa actividad volcánica, lluvias y una geografía que se estira a lo largo de 1.600 kilómetros en medio del Pacífico Sur, Nueva Zelanda es un mundo de contrastes: hielos y altas montañas en el sur, estepas en el centro, cuevas volcánicas y géiseres en el norte.Esta Tierra Media es también el mundo de la adrenalina: Queenstown, al pie de las montañas y rodeada por aguas, se conoce como la Capital Mundial de la Aventura. La ciudad se encuentra en el sur de la Isla Sur, al pie de la cadena de los Alpes del Sur.La reina de la aventura. Queenstown es una ciudad joven por donde se la mire. Edificios nuevos, hoteles recién estrenados y, en sus calles, grupos y más grupos de veinteañeros que pasean de una agencia de turismo a otra en busca del precio más adecuado para la aventura que quieren vivir. Las agencias abundan y más aún las propuestas. Agua, tierra y aire: los elementos se combinan para ofrecerte descargas de adrenalina.Para empezar con lo más clásico hay que intentar con un salto al elástico. Nueva Zelanda es la patria del bungee-jumping. Lo inventaron dos neocelandeses, A. J. Hackett y Henry Van Asch, en los años 80. Hackett desarrolló con la idea una empresa comercial, que hoy propone saltos en Queensland y  Auckland, la gran ciudad del norte.Todo empezó en el puente de Kawarau, no muy lejos del centro de la ciudad, el lugar que todos los verdaderos aventureros quieren conocer. Se salta en el vacío desde la plataforma del Nevis para lo más extremo: 8 segundos y 130 metros de caída libre. En invierno, de junio a septiembre, puedes practicar todos los deportes de nieve posibles en los cuatro resorts que rodean la ciudad.Durante esta temporada y el resto del año, siempre y cuando las condiciones lo permitan,  puedes experimentar la F1 de los ríos, el jetboat; tirarte de un avión en caída libre; bajar una montaña a toda velocidad con un trineo sobre rueditas; sortear los peligros de los ríos glaciares a bordo de un bote o bien sobrevolar la ciudad y el magnífico lago Wakatipu desde un helicóptero.También hay actividades tranquilas, por si eres más contemplativo: cabalgatas, trekkings, paseos por el Parque Nacional y lugares de filmación de la trilogía del Anillo. O simplemente ponerte en busca de una buena mesa en el centro de Queenstown. Los aventureros no solo comen hamburguesas (las mejores son las de  Fergburger). El restaurante Rätä es uno de los mejores del país y fue abierto por Josh Emett, un chef que atesora estrellas Michelin.Un rincón del paraíso. Bordeando la costa del lago Wakatipu, a 50 kilómetros de Queenstown, llegas al pueblo de Glenorchy, que conserva el aspecto que debió tener cuando la región fue colonizada por buscadores de oro, en torno a 1870 (en un pueblo cerca del aeropuerto, Arrowtown, todavía puedes participar de salidas que recrean la epopeya de la fiebre del oro). Es el lugar donde te embarcas para la mejor excursión en jetboat de la región, la de la empresa Wilderness Safari, propiedad de una comunidad maorí, el pueblo polinesio que fue el primero en llegar a Nueva Zelanda muchos siglos antes de los colonos británicos.Para arribar al embarcadero, tienes que hacer un largo tramo en vehículos 4×4. Transitarás de esta manera por el paraje de Paradise, un topónimo que esconde una despechada historia de amor. El colono escocés Patrick Fenn llamó a su granja Arcadia, el nombre griego del Paraíso, para que su novia se decidiera a irse a vivir con él desde Inglaterra. Los guías de Wilderness dicen que cuando la joven llegó no soportó el aislamiento y se fue, dejando al amante despechado en este rincón de paraíso.Este es el lugar donde se filmaron varias escenas de la trilogía de los Anillos, pero también de la película Wolverine y El príncipe Caspian (del ciclo de Narnia). Durante una parada, los guías te mostrarán pictogramas de avisos y películas y los pueden hacer coincidir a la perfección con los paisajes alrededor. Antes de embarcar se hace un alto una última vez dentro de un bosque, donde espera una silla de madera para que te sientas ?y te sientes? como un hobbit: sus gigantescas proporciones en medio de grandes árboles te hacen figurar como un gnomo perdido en un reino lejano.Desde Paradise se regresa a Glenorchy por agua en jetboat. Se trata de otro invento neocelandés: en lugar de hélices, los barcos tienen propulsores que les permiten alcanzar velocidades muy altas. Este paseo a toda velocidad tiene varias paradas para admirar el hermoso paisaje del Parque Nacional del Monte Aspiring, la mayor cumbre de aquella porción de los Alpes del Sur, cubiertos de glaciares y nieves eternas. Todo realmente es una aventura.


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