A una semana de los atentados perpetrados en París, varias historias de héroes anónimos se han dado a conocer. Una de ellas es la de Jasmine El Yousfi, quien trabajaba como mesonera en el restaurante que se convirtió en el objetivo del terrorista Salah Abdeslam y quien prefirió arriesgar su vida confortando a las víctimas de los disparos, antes de huir a un lugar seguro. Jasmine se encontraba junto a su colega Samir lavando vasos y doblando servilletas, cuando Abdeslam comenzó a disparar. «Al principio pensé que eran niños jugando con petardos y luego escuchamos otro estruendo, pero esta vez la ventana explotó. Luego hubo una gran cantidad de disparos», relató la joven de 20 años. En ese momento, Jasmine sólo logró a agacharse y esconderse, mientras rezaba para que los disparos se detuvieran. Y aunque la balacera se extendió por 10 o 20 segundos, ella sintió que fue una eternidad. Cuando terminó el tiroteo, la joven escuchó a una mujer que lloraba y gritaba ya que su novio estaba herido. «Sabía que tenía miedo, estaba desesperada y herida. Nunca podría haberla dejado sola para arrancar», confesó la mesonera. Jasmine llevó a la mujer y a otros heridos hasta el sótano del restaurante para que estuvieran a salvo. Luego, y a pesar de que sabía que el terrorista podía estar cerca buscando más víctimas, salió afuera para prestar ayuda a otras personas. En ese momento se encontró con muchos cadáveres, pero había una mujer que aún agonizaba. «La vi que me miraba. Le tomé la mano por uno o dos segundos y luego murió. Di vuelta mi cabeza y vi a un hombre que en un principio pensé que tenía heridas leves, pero en realidad estaba muriendo. No podía ni siquiera respirar», contó. Jasmine aseguró que no puede olvidar la mirada de esas dos víctimas. «Estaba vacía. No estaban atemorizados o con dolor», explicó, y agregó: «Veo sus rostros cuando me despierto y antes de irme a dormir. Cuando me despierto pienso en la forma en la que ella me miraba. Es como si estuviera muerta, pero su cuerpo todavía estaba vivo y yo ni siquiera sabía su nombre». Sin embargo, la joven no se arrepiente de lo que hizo. «Sé cómo se siente estar solo y no podría seguir adelante sabiendo que no traté de ayudarlos. No quería que pensaran que los habían abandonado», afirmó.


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