Hace unos días la canciller alemana Angela Merkelle hizo al presidente turco Erdogan una oferta que no podía rechazar (recuerden a don Corleone). Si Turquía se hacía cargo de un mayor número de refugiados sirios (ha recibido a 2 de los 4 millones que han salido de Siria) y ayuda a la UE a evitar que se trasladen a Alemania, Merkel le ofrecía un trato inmejorable.No sólo habría una disponibilidad de recursos enorme de Alemania y de la UE para ayudar a Turquía a atender a los refugiados, sino se levantaría el virtual veto alemán al ingreso de Turquía a la UE, haciéndose de la vista gorda ante el asunto no dicho ?el Islam- y las dos objeciones formales: derechos humanos y Chipre. Todo parece indicar que Erdogan aceptará este quid pro quo de gran atractivo para su país, de cualquier manera pronto se vería obligado a recibir a más sirios, y a evitar su traslado a Grecia al llegar el invierno mediterráneo. Mejor imposible.Huelga decir que en Guatemala nadie piensa que México haya obtenido un ofrecimiento semejante de EU por cerrar la frontera sur del país hace casi un año y medio y deportar a más centroamericanos que Washington, y que en el fondo, como me dijo un ex alto funcionario guatemalteco, la única razón por la que el gobierno de Peña Nieto aceptó esta exigencia fue su propia debilidad. Fue una extraña decisión mexicana ya que la oportunidad de obtener un quid pro quo a la turca no era nula, y que el gobierno de Obama ha adoptado posturas inéditas frente a lo que sucede en el Triángulo del Norte.Las elecciones guatemaltecas de ayer no reflejan el verdadero estado de ánimo del país. Después de los acontecimientos de abril y septiembre pasados, donde la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala coadyuvó a la destitución constitucional de una vicepresidenta y del presidente Otto Pérez Molina, gracias a las recurrentes manifestaciones de hasta 150.000 personas en el Parque Central de la capital, son lo que realmente pone el sello distintivo de Guatemala hoy. Las elecciones funcionaron normalmente, ganó un cómico insólito por ser el outsider disponible, aunque sus vínculos con paramilitares y ex militares de antaño no necesariamente lo colocan legítimamente en esa posición. Pero hay más gente que le apuesta en Guatemala a la duración de su mandato que a su éxito o fracaso. De hecho, el verdadero enigma que enfrenta el país hoy es si la CICIG podrá extender su influencia, gracias en buena medida a EU y, ojalá, a México (un gran ausente presente en Guatemala) al ámbito social, económico y fiscal. Para muchos esto equivaldría a una especie de protectorado; para otros a la mejor solución para un estado que tiene presencia del Ministerio Público en sólo 10% de sus municipios, y la tasa de impuesto sobre la renta es de 7%.P.D. En una entrega anterior escribí que la CICIG contaba con 400 integrantes en Guatemala; el comisionado Iván Velázquez me corrigió: son 150 en cada momento, aunque a lo largo de los años han sido más de 400 los que han participado en esta comisión excepcional.


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