I.La crisis venezolana tiene infinidad de caras.  Abre muchos frentes y genera muchas noticias, algunas muy importantes que se soslayan, por ejemplo la que apareció hace algunos días señalando que en Venezuela 100 de cada mil muchachas entre 13 y 19 años quedan embarazadas y quede cada 100 mujeres que quedan embarazadas anualmente, 25 son adolescentes. A ojo de «mal cubero», como suele decir un amigo mío, de los 500.000 nacimientos al año registrados en nuestro país, 100.000 (20% al menos), son de madres precoces.  El grave cuadro lo completan los padres prematuros y los bebes nacidos de muchachas, mamas a destiempo.  Estamos hablando, entonces, de unos cuantos miles de ciudadanos venezolanos que quien sabe qué lugar ocupen en la agenda de las preocupaciones nacionales. II.En este sentido, las estadísticas delatan la peor situación de América Latina, en algunos casos parecida a los países que ostentan los peores números del planeta. El Presidente Maduro sugirió hace unos días que el aumento del embarazo en adolescentes ?podría ser causado por la liberación de las normas sociales? que ha ocurrido en la revolución bolivariana. Tenemos, de esta manera, un diagnostico equivalente, a su manera (y tal vez peor), a los que el gobierno nos ofrece para explicarnos porque escasean alimentos y medicinas o porque el país tiene problemas severos con el suministro de agua y luz.Interpretaciones aparte, lo cierto es que las razones y los contextos que dan lugar a estos embarazos no han sido debidamente atendidos por el gobierno.  La paradoja es dramática, como lo escribió hace un tiempo Marino González: un gobierno cuya actuación pone énfasis en el control de la vida social y económica, ha llevado ha llevado más descontrol en la natalidad de los venezolanos. De paso, ¿cuál habrá sido la suerte de la fábrica nacional de condones, anunciada por el Presidente hace dos o tres año? Pregunto porque la escasez también tiene que ver con los preservativos.Lo cierto es, sobre todo, que hay un doloroso drama en la vida de decenas de miles de venezolanos. Un drama que le empaña y achica el futuro a chamitas y chamitos. Y mejor no hablemos de sus hijos: la vida le muestra los dientes, apenas abren los ojos. Un drama, en fin, que tiene vieja data y que solo cambia en la desmejora de las estadísticas. Se trata de esa otra cara, no tan visible como debiera ser, de la desigualdad y de la injusticia que marcan a la sociedad venezolana.Mientras tanto la revolución, poniendo de manifiesto cuáles son sus prioridades, se ocupa, por decir algo, del decreto ?injerencista? del presidente Obama o de sacarle más jugo a los sucesos de abril, ocurridos hace casi una eternidad, cuando muchas de las chamitas-madres estaban naciendo.  Perdón : ¿dije revolución?.Harina de otro costalEra un fumador contumaz. Cuentan, y como que es verdad, que después del primer tiempo, durante el descanso se escondía para apurar el cigarro que se le hacía indispensable, para luego salir a la cancha, como si nada, y jugar los siguientes cuarenta y cinco minutos. Hace unos años el corazón le mando un mensaje difícil de desatender y dejo de fumar, pero ya era tarde.  La factura le llego hace pocos días.En el año 1973, si mis neuronas no me juegan una mala pasada, vi a Holanda derrotar a Inglaterra en un partido amistoso transmitido desde el Estadio de Wembley. Fue la primera vez que supe, por mis propios ojos, de la Naranja Mecánica, la del Futbol Total inventado por Rinnus Michel, su director técnico. Dos a cero quedó el partido, pero el resultado fue lo de menos. Lo importante fue ver a esa selección, la mejor de la historia, junto con la brasileña del mundial del 82, de las pocas dignas de ser conservadas en la memoria, a pesar de que no ninguna de las dos obtuvo la Copa Mundial. Y lo importante fue, también, ver a Cruyff, a quien después le seguí la pista todo lo que pude (el balompié no tenía la cobertura mediática que hoy en día tiene) y, una vez alejado de la cancha, lo coloque en la lista de los cuatro o cinco jugadores más brillantes que me tocaron en la vida, por lo inteligente, por lo hábil, por lo rápido, por su dominante omnipresencia en la cancha.Cruyff fue el ?jugador total? del ?fútbol total. Tiene razón  el ex futbolista (y excelente escritor) Jorge Valdano: Nadie en la historia ha conjugado con tanto éxito su carrera de jugador con la de entrenador. Nadie con tanta fuerza para convertir el buen fútbol en una cultura. Fue, añade, el John Lennon del fútbol.Aunque las comparaciones son siempre odiosas, en el fútbol actual no hay ningún futbolista que se le pueda parar al lado. El holandés se encuentra junto a Pele, Maradona, Garrincha y tipos así


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