La proximidad de las elecciones parlamentarias tiene en el gobierno un efecto letal. Por un lado, la posibilidad cierta de perderlas y, por el otro, la tragedia que conlleva para los capitostes de la llamada revolución bolivariana que han hecho de ella un fin en sí mismo. Es decir, perpetuarse (?) para mantener los privilegios y prebendas que han usufructuado y disfrutado hasta el hartazgo durante estos años. Entonces, el dilema está en aceptar su fracaso de manera normal, como en cualquier país democrático que se precie de serlo o, por el contrario, patalear hasta el final a ver hasta dónde pueden estirar la cuerda.La estrategia de campaña seguida es la de cualquier gobierno autoritario: atemorizar a la población para hacerle ver que si pierden Venezuela entraría en una espiral de violencia e inestabilidad que solo ellos podrían controlar. Esta estrategia no es nueva, Chávez, en sus momentos más difíciles, también la utilizó: ?Después de mí el diluvio?, el caos, la hecatombe. Algo similar ocurrió en las recientes elecciones argentinas, en un tono mucho más moderado, con respecto a la no continuidad de los programas sociales, del populismo llevado a su máxima expresión, en caso de que Macri ganara, tal como ocurrió. Pero allá son un poco más civilizados (en realidad no mucho más) que los revolucionarios vernáculos, acostumbrados a atropellar, perseguir y atacar de manera inclemente a quien se atreva a disentir.Ante la inminencia de la derrota, amén de las advertencias verbales apocalípticas de Maduro y Cabello, se ha iniciado un ciclo de violencia física selectiva contra dirigentes icónicos de la oposición, tales como Henrique Capriles, Lilian Tintori, Miguel Pizarro y otros. Estos hechos indican que, a medida que Maduro se sienta más acorralado, la escalada será mayor, hasta alcanzar su clímax el 6 de diciembre y, quizás, los días posteriores. Afortunadamente, ante la molestia de la gente por la profundización de la crisis, los venezolanos reaccionarán de manera contraria. A mayor violencia, mayor participación, para salir de este laberinto infernal. Con esto quiero decir que el colectivo no solamente votará contra la pésima gestión de Maduro, sino que también lo hará contra el miedo que pretenden imponer a trocha y moche. ¡Contra el miedo vota Unidad!De otra parte, está la burda maniobra de confusión desplegada con la tarjeta de MIN-Unidad, que el taimado CNE permitió colocar justamente al lado de la tarjeta de la Unidad. Para ello se ha prestado Willian Ojeda (como un cara de tabla cualquiera), que ha llegado al extremo de utilizar los símbolos del partido Un Nuevo Tiempo para tratar de engañar a los electores de ese circuito. De allí que una de las tareas fundamentales de la Mesa de la Unidad y los partidos que la integran sea la de dedicarle buena parte del tiempo que queda, y de los recursos a su alcance, a ?enseñar? a votar a muchos opositores que podrían ser víctimas de estos truhanes políticos, que han diseñado esta trampa cazabobos.Estas truculentas acciones oficialistas demuestran, palmariamente, que tienen las elecciones perdidas y que, por ende, se han centrado en disminuir el número de diputados opositores para que no se alcance una mayoría sólida que garantice el principio del tan anhelado cambio. @Freddy_Lepage


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