La diseñadora de joyas Erika Yelo ha elegido sus propias libertades, así como sus pasiones. Desde esa razón y convicción apostó hace 15 años por crear una propuesta de joyería alternativa de sincretismo simbólico y eclecticismo bohemio con un concepto potente que se inspira en las culturas, la fe, el folklore, los credos, la ventura, las creencias y las tradiciones del mundo en un estilo elegante y desenfadado. «La fórmula que defiendo y he utilizado siempre es la de creer firmemente en una propuesta que marque una diferencia y un estilo propio», afirma la diseñadora.Desde sus inicios, el hippie chic de Erika Yelo se consolidó en un lenguaje visual poderoso que se reconoce a distancia y que tratan, aún, de plagiar con infortunio. «Para mí el éxito es la satisfacción de ver cómo el estilo que creo es una moda y hasta una manera de vivir que inmediatamente asocian a mi nombre», cuenta en confesión. Cada una de sus piezas lleva el ADN de la firma, ese que ha evolucionado en el tiempo. Una marca con muchos significados culturales que se vuelve a la vez absolutamente global. Una firma de joyería bohemia, sofisticada y cosmopolita.Erika Yelo es una apasionada. En su estudio no son pocas las horas que está detrás de un nuevo collar o pulsera. Siempre busca hacer que sus ideas se vuelvan diseños o está en un viaje que la lleve a nuevas aventuras con las que pueda enriquecer la filosofía de su firma. «Para marcar pauta y crear un estilo debes trabajar con materiales de alta calidad, tener un gusto definido, saber combinar colores y materiales, tener sentido de la estética y dejarse llevar por la intuición».Con ese rigor que no admite falsas anuencias y una tenacidad de las que saben que para alcanzar un objetivo hay que estar detrás de él hasta conseguirlo, Yelo es una incansable, que siempre trata de retar sus propios horizontes creativos. «Creo que soy demasiado exigente conmigo misma. Siento que siempre hay que dar el todo», asoma sin temor a reconocer que es una mujer de precisiones y exactitudes. «Siempre quiero todo como me lo imagino; de lo contrario, no lo hago. Tener tan claro lo que quiero me vuelve más exigente porque siempre aspiro a la perfección».Su firma, con ese carácter bohemio, folk y gipsy, es también elegante y vanguardista. Un concepto para una mujer libre, una verdadera mundana. Su nombre es una marca. «El hecho de que mi nombre se haya convertido en una marca es algo que sin duda me llena de orgullo. Hay momentos en los que ni lo pienso, pero cuando caigo en cuenta es motivo de mucha alegría», admite con la humildad de quienes quieren, a su vez, inspirar a otros. «¿Qué me gustaría aportar a la moda venezolana? Me gustaría ser un ejemplo de que con constancia, determinación y fe en uno mismo se puede llegar muy lejos». Aunque ella lo ha logrado, quiere ir aún más allá.En Twitter: @ErikaYelo.


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