En 2009, el mendocino Ezequiel Ortego partió desde Mendoza hacia Chapadmalal, provincia de Buenos Aires, con una valija con ropa para tres semanas. Daniel Pi, jefe de enólogos del grupo de bodegas Trapiche, lo había enviado a supervisar una plantación de 10 hectáreas de viñedos de uvas blancas y tintas en una zona atípica, con clima marítimo y suelos a nivel del mal, con la idea de ver qué pasaba a la hora de imitar las condiciones geográficas de regiones vitícolas como Nueva Zelanda o Australia. Cuando quiso retornar a su provincia de origen su jefe se rió por su ocurrencia y sin más le contestó: ?Vas a tener que quedarte para ser el jefe de la nueva bodega, al menos por un tiempo a ver si funciona?. Todo un desafío que funcionó.Hoy la bodega Costa & Pampa, abierta al público desde enero de 2015, resulta una propuesta ideal para los que viajen la próxima Semana Santa hacia la costa atlántica, para hacer enoturismo entre campos de soja, eucaliptos centenarios y el sonido de las cotorras, sin tener que viajar a las tradicionales provincias vitivinícolas. Un plan de un día desde Mar del Plata, Miramar o Pinamar, entre otras localidades de la costa bonaerense, que incluye aprender de vinos y su proceso de realización para luego degustarlos con una picada de quesos y fiambres.Como Ezequiel, Carolina Martínez del Río, responsable de las visitas guiadas, también es mendocina. Eligió Mar del Plata para vivir por razones sentimentales; hoy la elige como proyecto de vida para ver crecer esta bodega pequeña en el medio del campo, llena de vida gracias a la hospitalidad de su gente.?La vitivinicultura es una de las pocas actividades del país que piensa a largo plazo. Los viñedos plantados este año darán fruta en otros tantos años y eso te permite proyectarte?, cuenta sonriendo.Rutas argentinas. La ruta interbalnearia (11) que une Mar del Plata con Miramar por la costa, desnuda acantilados y mares azules o grises según el clima por un lado, y campos sembrados y coquetas casitas por el otro. A los 16 km, a la altura del balneario Cruz del Sur, se dobla a la derecha por 6 km hasta la viña.Este último tramo, que cuando llueve se vuelve difícil de transitar, serpentea suaves lomadas, ondulados campos de girasol, trigo y soja que se interrumpen, cada tanto, con incipientes barrios. La región promete convertirse en un nuevo polo vitivinícola junto con Balcarce y Tandil.En la actualidad Costa & Pampa cuenta con 25 hectáreas de viñedos plantados y produce 50.000 botellas, unos 40.000 litros de vino de variedades de ciclo corto, principalmente blancas, algunas destinadas a varietales como el Gewürstraminer o Sauvignon Blanc; otras, a espumantes. Proyectan alcanzar las 50 hectáreas plantadas que producirán 100.000 litros, siempre en escala de bodega boutique.El recorrido por los viñedos secanos de riego por lluvia incluye la observación de las variedades plantadas: Pinot Noir, Pinot Meunier, Pinot Gris, Sauvignon Blanc, Ancelotta, Chenin Blanc, Merlot y el poco frecuente Riesling. Atrás quedaron las pruebas con el Malbec o el Cabernet Sauvignon que no resultaron aptos para el clima marítimo. Luego sigue bordeando el casco de la estancia Isabel que arrienda los campos a Costa & Pampa, casona de fines del siglo XIX que perteneciera a la familia Martínez de Hoz.En la degustación se percibe que estos vinos, de influencia marítima, son suaves, fáciles de tomar y muy aromáticos, con 12 por ciento de graduación alcohólica y un dejo de salinidad. ?Nadie se puso a pensar que la mejor forma de comer los pescados y mariscos de Mar del Plata es con un vino de la región, como en Francia. En 2016 lograremos un grado más de alcohol y un grosor mayor en la piel de las uvas; cada año iremos mejorando la calidad?, cuenta Ezequiel Ortego.Viñedos que mueren el mar y se pueden visitar todo el año; la postal no puede ser más atípica para este país de vides que luchan por crecer en suelos desérticos. Atípica, sí, pero muy bella.


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