Donald Trump nunca pasará por tímido.Al llegar a Miami, donde en la noche del viernes tuvo lugar su primer acto de campaña en el crucial campo de batalla electoral de Florida, el candidato a la nominación republicana a la presidencia de Estados Unidos entregó el espectáculo exuberante que muchos esperaban de él.El escenario: el lujoso hotel de su propiedad, obviamente llamado Trump, donde cerca de 1.000 simpatizantes acudieron a oír al hombre que, en sus palabras, hará que Estados Unidos vuelva a ser un ganador.Algunos podrían pensar que Miami no iba a ser la plaza más fácil para Trump.Es, al fin y al cabo, una ciudad abrumadoramente latina. Y él, un candidato que lleva semanas enfilando baterías contra los indocumentados mexicanos.También es la tierra del cubano estadounidense Marco Rubio, uno de sus más fuertes contendores. Y el centro de operaciones de Jeb Bush, el que muchos veían como al candidato favorito del establecimiento conservador en este país.Pero nada de eso estaba en evidencia el viernes cuando Trump se dirigió a sus simpatizantes en Miami en un salón lleno en buena parte de cubano-estadounidenses, que lo aplaudían a rabiar.Cuando Marco Rubio lanzó su campaña presidencial en un acto en Miami en abril pasado, escogió hacerlo al ritmo de canciones del colombiano Carlos Vives.Y Jeb Bush arrancó su campaña en junio con música cubana, en un acto amenizado por las hijas del cantautor cubano Willy Chirinos.Trump no se sintió en obligación de hacer ese saludo a la cultura latina de Miami. En su acto se escuchaba rock, y nada más que rock.Tampoco hizo esfuerzos por decir algunas palabras en español, como es casi obligatorio para los candidatos pescando votos en Miami.Y, sin embargo, los asistentes lo aplaudían con ganas.Contra los indocumentadosIsabel Millas nació en Cuba y vive en Miami desde 1961. Le da toda la razón a Donald Trump en su posición sobre la inmigración.»Aquí no puede entrar gente indocumentada porque uno no sabe quiénes son», le dice a BBC Mundo.Otro miembro del público exclama que «este país se ha vuelto un desastre, entra todo el que quiere por la frontera» y asegura que Trump ha dicho «lo que el pueblo quiere oír».Trump empezó su discurso en Miami hablando de dinero, contándole a sus seguidores los US$145 millones que había pagado por el hotel en el que tenía lugar el evento.A los pocos minutos, un puñado de activistas de los derechos de los indocumentados trataron de interrumpir el acto con una protesta.A lo que el público respondió callándolos con un atronador coro de «U.S.A», «U.S.A.» al tiempo que agentes de seguridad del evento sacaban a los manifestantes.Varios miembros del auditorio, algunos con notorio acento latino, les gritaban a los manifestantes en inglés, diciéndoles «que se regresen a su país».En medio de los empujones de integrantes del público, uno de los activistas cayó al piso y rodó por la alfombra.Un electorado que no está matriculadoEntre tanto, el candidato seguía con los lineamientos generales del discurso que ha empleado en otras ciudades.Bajo su gobierno, asegura, China no seguirá manipulando a Estados Unidos. La economía volverá a florecer. Y, por supuesto, se refirió a la inmigración.Trump aseguró en su discurso del viernes que los hispanos residentes legales eran los que más lo apoyaban en su cruzada contra los indocumentados.Y la cálida recepción que tuvo en este acto en Miami, una ciudad en la que la mayoría de los hispanos son cubano-estadounidenses y gozan de mayores facilidades legales para establecer residencia en el país, parecería darle al menos algo de crédito a sus palabras.Una demostración más de la complejidad del escenario político hispano en Estados Unidos.Esta es la primera campaña en la historia del país en que candidatos presidenciales de ancestro latino se pelean con posibilidades reales la nominación de uno de los dos partidos principales.Pero ese bloque electoral no está matriculado con nadie todavía.Y la oposición de los latinos a Trump no es tan monolítica ni tan inevitable.


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