No es nueva la idea de reciclar héroes y sumarlos en una sola película. Salvo mejor opinión, la idea comenzó en la Universal cuando Drácula se encontró primero con Frankenstein, luego con el hombre lobo y más tarde con Abbott y Costello, para no hablar de un viaje al oeste con Billy the Kid. En realidad, la tendencia no sumaba fortalezas, sino que marcaba el declive de personajes que una década atrás habían hecho las delicias del género pero carecían ya de trucos que sacar de la chistera. La amalgama era, en el fondo, una despedida planificada, y triste, que en la mayoría de los casos arrastraba río abajo a los actores (con Bela Lugosi, el celebrado Drácula, en primer lugar).Los tiempos cambian, los personajes pasan a ser franquicias y como tales deben mutar y ser exprimidos hasta la última gota. Batman y Superman han sido en estas últimas décadas los comodines más apreciados, especialmente ahora que, maravillas de la era digital de por medio, el cine puede lograr lo que antes el cómic apenas proponía: la visualización de los poderes de los superhéroes. El hecho es que el cine siempre intentó emular al cómic desde la serie Superman de los años cincuenta con George Reeves, hasta el relanzamiento con otro Reeve, Christopher en 1979 y su deslucido reingreso a la atmósfera terrestre en 2006 y 2013. Batman ha seguido un periplo similar, desde la entretenidísima serie de los sesenta hasta su regreso triunfal de la mano de Tim Burton en 1987, su eclipse en tres secuelas de las cuales las dos últimas eran deplorables y su reingreso en 2005 de la mano de Christopher Nolan. En esencia Batman siempre tuvo una ventaja sobre Superman. A diferencia de un héroe plano, que encarnaba todos los valores de la sociedad americana y sin más disfuncionalidad que su vulnerabilidad a la Kryptonita, el murciélago parapolicial traía un lado oscuro en el cual todas las adaptaciones abrevarían. Allí donde Superman era desinteresado, suprahumanamente justo, enfrentado a un mal indiscutible, Batman era un ángel oscuro y vengador, aún prisionero de la imagen de sus padres abatidos por el hampa. Era un vigilante, en la acepción americana del término. Un sujeto que tomaba la ley en sus manos  y completaba, sin poderes pero con destreza y el inmenso poder que le daba su fortuna, ese pequeño trecho que la ley no siempre podía recorrer.Hay un dato adicional que marca a los superhéroes y son sus villanos. Superman tenía un villano creíble, el maquiavélico Lex Luthor, y una serie de rémoras de su época kryptoniana. Los villanos de Batman eran villanos temáticos, anclaban su mal en una disfuncionalidad primigenia y definitoria que hubiera hecho las delicias de Lombroso. El Guasón no podía sino perpetrar delitos en clave de broma, Gatúbela tenía el erotismo aterciopelado de todo felino, el Pingüino hacía de su vestimenta un tema delictivo, para no hablar de los enigmas de el Acertijo. Dicho en pocas palabras, no hay superhéroes más opuestos que Batman y Superman, de la misma forma en que no hay pasajes urbanos más antitéticos que la luminosa Metrópolis y la lúgubre Ciudad Gótica. Tal vez este sea el punto de partida que celebrar de esta reunión de superhéroes que coliden de forma por demás artificiosa, en una aventura que parte de una rivalidad personal.Pero el tiempo, ese implacable, ha tallado la personalidad de ambos y los aires actuales reclaman algo que sus antecedentes de los años cincuenta y sesenta podían pasar por alto. Los personajes de hoy necesitan tener una cierta complejidad, acaso porque esa libertad visual que hoy el cine le ha robado al cómic necesita un correlato que haga creíble las piruetas. Podríamos hablar de una exigencia del espectador de hoy, que habita un mundo más complejo que la cómoda bipolaridad de antaño. El problema es que esa complejidad que tan bien funcionaba en los Batman de Tim Burton y de Christopher Nolan se vuelve en esta versión ampulosidad y tedio. Los héroes están cansados y llamar en su ayuda a la Mujer Maravilla o tender un cable al futuro llamando a la previsible Legión de Superhéroes de las secuelas que vienen es como invocar a los motores del desarrollo.Tal parece que la franquicia llegó al llegadero, que los superpoderes apenas si chamuscan y las plagas del bostezo esperan su turno en la entrada. No es la aurora de la justicia la que clama desde el título, sino el ocaso de los vengadores. Batman vs Superman. (Batman vs Superman, Dawn of Justice). USA. 2016. Director Zack Snyder. Con Ben Affleck, Henry Cavill, Amy Adams, Jesse Eisenberg.


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