El sistema político español perdió anoche la estabilidad de las grandes mayorías, que venía siendo su divisa desde 1978, y entra en un inquietante proceso de italianización, cuyas ventajas prácticas no se acaban de captar a primera vista, a pesar de la lógica euforia de los nacientes Podemos y Ciudadanos. -A tenor del tono del tertulianismo televisivo, volcado en el fenómeno Podemos, tal vez convenga aclarar un pequeño detalle: las elecciones las ha ganado el Partido Popular, con millón y medio de votos de ventaja sobre el segundo, el PSOE, y más de seis puntos de diferencia. El mapa de España sobre quien se ha impuesto en cada provincia es abrumadoramente azul. Solo hay cuatro provincias en el rojo socialista, todas en Andalucía. -El PP sufre sin embargo un terrible descalabro. Al 90% del escrutinio ha perdido 64 diputados y 16 puntos porcentuales de voto (su merma supera en tres puntos el resultado de Ciudadanos). El PP paga muy cara su abulia a la hora de hacer política a lo largo de la legislatura, su desdén por cultivar las ideas y un diseño del universo televisivo letal para sus intereses. En cuanto al PSOE, obtiene de nuevo el peor resultado de su historia, en una cuesta abajo constante desde que se alejó del centro y flirteó con el nacionalismo (asombrosa la euforia del sanchismo con sus paupérrimos datos de anoche; ?hemos hecho un buen trabajo?, decía con un optimismo a prueba de bombas la líder socialista valenciana que los representó en TVE). -A tenor de su victoria electoral Rajoy debería gobernar buscando una honorable solución de coalición a la alemana frente la fragmentación que arrojan las urnas (Merkel tampoco obtuvo mayoría absoluta y sigue aportando estabilidad a su país de la mano del SPD). PP y PSOE, los dos partidos de Estado históricos, deberían tener altura de miras y entenderse, y más en una situación en que la nación está amenazada por el separatismo y cuando la economía dista de estar curada. Pero no lo veremos. El cainismo PP/PSOE está demasiado arraigado. Analistas pro socialistas y candidatos del PSOE que acudieron anoche a los platós se mostraban casi enojados ante la hipótesis de colaborar en la gobernación con el PP. -Para el PP se puede repetir punto por punto la paradoja de las municipales: victorias que no sirvieron de nada en la práctica, porque al final lo desalojaron del poder coaliciones entre partidos perdedores. La suma de PP y Ciudadanos (su único posible socio, a pesar de que Rivera se aburrió de enfatizar en la campaña que no apoyaría la investidura de Rajoy) arroja 160 diputados, está a 16 de la mayoría absoluta. La suma de PSOE (91) y Podemos (69) da también 160. Pero la diferencia es que el PP no tiene donde buscar aliados, fuera de Ciudadanos solo quedan partidos de izquierda o nacionalistas. En cambio el PSOE, a pesar de obtener unos lamentable resultados que empeoran los de Rubalcaba, podría aprovechar el visceral rechazo al PP (el terrible ?cordón sanitario? de Zapatero) para granjearse el apoyo de Podemos, Izquierda Unida, que conserva dos, e incluso la abstención de los independentistas y nacionalistas, para los que un gobierno Sánchez-Iglesias sería una bendición, pues resultaría mucho más débil a la hora de defender la unidad de España (Iglesias ya lo dejó ver en sus primeras declaraciones hablando de la España plurinacional). -Es enormemente molesto que los candidatos de Podemos hablen de que ahora ?se ha recuperado la soberanía popular?. Un insulto a todos los españoles que llevan votando en libertad y en conciencia desde 1978 y que muestra, una vez más, el talante sectario de la nueva formación: aquí no hubo democracia hasta que llegué yo, vienen a decir. (Sin comentarios sobre la alocución en inglés de Pablo Iglesias para todo el orbe, aunque los anglosajones van a sudar para entenderla: la pronunciación era lamentable) -El bipartidismo volverá. Ni PP ni PSOE han tenido buenos candidatos. Rajoy es un gestor válido, un correcto alto funcionario, pero no resultaba contemporáneo. En el caso de Sánchez, a un perfil poco grato se sumaba su falta de ideas y la deriva de su partido. La inestabilidad que se va a generar puede llevar a añorar pronto ese bipartidismo que se da por muerto para siempre de una manera precipitada. -El voto a Ciudadanos se ha revelado estéril. Un voto estético, de apariencia limpia y fresca? que al final puede situar en el poder a la izquierda al haber mellado el voto de centro-derecha. -Hay buenas noticias para España en el País Vasco y Cataluña, donde las fuerzas estatales superan de largo a los nacionalistas: 10-8 en el País Vasco y 30-17 en Cataluña. -El Partido Popular tiene que hacer un profundo examen de conciencia. Fortalecerse ideológicamente, modernizarse, cambiar rostros (¿qué hace todavía Arenas en sus máximos sanedrines?). Pensar, leer y estudiar, debatir e investigar, armarse intelectualmente para dar la batalla ideológica. A diferencia de lo que hicieron Thatcher y Reagan (y de lo que con desigual éxito intentó Aznar), el PP de Rajoy nunca se ha atrevido a intentar que España deje de ser sociológicamente de izquierdas, ha renunciado a la lucha de las ideas (amén de regalar televisiones para que le den cera). Es difícil convencer de la bondad de tu credo cuando lo enseñas de perfil y casi pidiendo disculpas. ¿Pronóstico? O Rajoy en minoría y elecciones pronto, o una coalición de izquierdas cogida con hilos y problemática, o una coalición PP-PSOE, que sería lo mejor para España, pero lo que España, ay, todavía no permite. * Columnista del ABC de España


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