Dormían hasta 30 personas en una sola cama. La comida era una ración pequeña de arroz o verduras mal cocinadas. Muchos se enfermaron por comerlas.Golpes, castigos crueles, humillaciones, abusos sexuales… para usar los baños era necesario hincarse y suplicar por un permiso.Le decían «echar humildad», y era el requisito para todo: pedir comida, un poco de agua para beber o asearse, caminar por los pasillos.Así era la vida en el albergue Despertar Espiritual, Alcohólicos y Drogadictos de Occidente, en el municipio de Tonalá, Jalisco.El sitio se presentaba como un centro de rehabilitación de personas adictas a las drogas o enfermas de alcoholismo.Pero en realidad era un espacio «infrahumano», según dijo el fiscal General de Justicia de Jalisco, Eduardo Almaguer Ramírez.De allí se rescató a 271 personas que vivían en condiciones de maltrato.AbusosLos testimonios que empiezan a conocerse revelan que las personas internas en el sitio, entre ellas menores de edad, fueron víctimas de torturas y tratos crueles.Una sobreviviente que permanece en el anonimato le dijo al diario El Universal que la vida en la casa era «un infierno».»Nos golpeaban, nos dejaban mucho tiempo sin dormir y nos castigaban de pie hasta tres horas», dijo.»Al mediodía nos daban una cubeta de 20 litros para que nos bañáramos cuatro personas. Teníamos que bañarnos desnudas delante de las compañeras».Quienes intentaban escapar eran sometidas a castigos más crueles, como quemaduras de cigarro en brazos y piernas.Los abusos sexuales también eran frecuentes, especialmente con los internos varones.»Esas cosas les pasaban a los compañeros, eran los que más sufrían de eso porque les hacían cosas más malas», contó la mujer.»Yo tuve un hermano ahí, lo metieron con siete compañeros y los golpeaban, les daban toques con una chicharra (picana eléctrica)».La víctima cuenta que una vez desobedeció la orden de golpea a otras compañeras, y por eso fue castigada.»Me aplicaron 12 días sin dormir en una silla, escuchando todas las juntas y las terapias».»Condiciones infrahumanas»El lugar funcionó durante varios años, a pesar de las quejas de muchos de quienes sobrevivían a su internamiento.Las autoridades intervinieron hasta que una mujer denunció que fue secuestrada por los propietarios del albergue, y para liberarla le pidieron 1.500 pesos, unos US$81.El centro de rehabilitación se ubica en un la colonia Loma Bonita, un barrio marginado de Tonalá que forma parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara.Es una zona que, de acuerdo con el Consejo Estatal contra las Adicciones, tiene problemas serios de consumo de drogas y alcohol.Los propietarios del albergue ofrecían un tratamiento «espiritual» para superar esos problemas, que básicamente consistía en encerrar a los adictos dentro de la casa de donde fueron rescatados y celebrar reuniones donde compartían sus experiencias.Cuando la policía llegó al centro de adicciones rescataron a 111 mujeres y 160 hombres. Del total de víctimas 112 son menores de edad.Una decena de los rescatados eran personas a quienes buscaba la policía por cometer delitos y para escapar se refugiaron en el centro de rehabilitación.»Encontramos condiciones de hacinamiento muy graves, encontramos también una alimentación infrahumana, muy demeritada», dijo el fiscal Almaguer Ramírez.Por lo pronto once personas están detenidas acusadas de cometer secuestro y provocar lesiones a las personas rescatadas.»Mamá Rosa»Hasta ahora no queda claro si todas las familias de las víctimas supieron del maltrato.De hecho todos pagaban una cuota de entre 150 pesos semanales por el servicio, unos US$8.La mayoría de las víctimas fueron encerradas contra su voluntad. La sobreviviente cuenta que a ella la golpearon «entre varios» para subirla a una camioneta y llevarla al albergue.Casos como Despertar Espiritual son frecuentes en México. La Comisión Nacional Contra las Adicciones señala que en el país existen más de 2.300 centros de este tipo.Muchos no son supervisados o apenas cumplen con las normas oficiales de higiene, salud y respeto a los derechos de los albergados, reconoce la institución.Uno de los casos más graves se descubrió en julio de 2014, cuando 500 niños fueron rescatados de la casa hogar La Gran Familia de Zamora, Michoacán.Los menores eran víctimas de abusos sexuales, maltratos, hacinamiento y muchos padecían desnutrición.El sitio estaba al cuidado de Rosa Verduzco, una mujer de 80 años de edad conocida como Mamá Rosa y quien incluso había obtenido reconocimientos de empresarios y autoridades.El albergue de la anciana fue cerrado definitivamente, aunque algunos de quienes fueron albergados -se dicen «hijos de Mamá Rosa»- han pretendido que funcione de nuevo.No parece ser el caso de Despertar Espiritual. Las personas rescatadas, especialmente menores de edad, fueron enviados a otras instituciones oficiales para atenderles y después llevarlos con sus familias. La idea principal, dicen las autoridadades de Jalisco, es que logren una completa y verdadera rehabilitación.


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