La revolución entra en la etapa final de su predominio. Sometida al triste papel de derrotada irremisible, dan pancadas de ahogado en cuanto mugriento charco encuentran a su paso. El proceso terminó erosionando sus bases militantes, se cansaron de tantas promesas tan inmensas como las kilométricas colas que caracterizan la vida ordinaria del venezolano. Solo les queda la amenaza. El tratar de someter por la fuerza la voluntad de millones de ciudadanos que salieron de sus casas con el deseo de cambio, demuestra su manera irracional de asumir una derrota. La gente se pronunció en contra de una forma de gobernar errónea. Desde el fondo de la expresión electoral, un pueblo les gritó que ya estaba bueno de tanta persecución y abuso; el hartazgo por su monumental fracaso en todos los órdenes es lo que construye el resultado comicial del pasado 6 de diciembre. Los abanderados de la unidad lograron representar la antítesis del desastre que nos ha postrado como nación en el concierto de las naciones.Sus últimas tretas son propias de forajidos de la peor calaña. Han decidido violentarlo todo, tratar de mantenerse en el poder irrespetando el Estado de Derecho, impulsando una serie de actos írritos que no se corresponden con el voto de la mayoría. Entre gallos y medianoche buscan ejecutar una serie de medidas, desesperadas ante el viacrucis existencial que se les presenta. Esas prácticas lo que hacen es profundizar el cuadro terminal del proceso. La designación de los 12 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia por parte de la Asamblea Nacional saliente contraviene el orden legal vigente, pues, el plazo está vencido, tomando en cuenta que el Comité de Postulaciones Judiciales publicó el 8 de diciembre el llamado y a partir de esa fecha se abrió un lapso de 15 días continuos para las impugnaciones. Toda una vil manipulación legislativa para desde un TSJ profundamente parcializado e inmoral buscar torpedear toda la actividad de la Asamblea Nacional, cuerpo legislativo que es producto del voto mayoritario de los ciudadanos.El gobierno es un paciente con un cuadro desfavorable. El oxígeno petrolero ya no puede llenar los pulmones clientelares de los mantenidos. Los adeptos alimentados con la ubre gubernamental se quedaron sin su dosis de alimento. El chavismo es en la actualidad una huesuda vaca con sus flácidos músculos colgando como ropa vieja, el espinazo enjuto con visibles laceraciones que cubren gran parte de su cuerpo. La evidente debilidad de un gobierno que terminó arruinando el país hasta llevarlo al despeñadero, ellos que se creyeron impolutos también fueron arrastrados hasta el fondo de su propio abismo? [email protected] @alecambero


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