Todo comenzó con una simple molestia en la fosa nasal izquierda. En las mañanas, al despertar siempre sentía cierta dificultad para respirar; una incómoda obstrucción en la nariz que me congestionaba los senos paranasales y me sobrevenía al cabo de un rato de haberme despertado un singular dolor de cabeza especialmente localizado en el área frontal de mi cara.Una cierta mañana de hace unos 12 años no pude seguir soportando más las desagradables incomodidades de las sintomatologías antes descritas y me dije: nada, voy al médico a ver qué es eso que me fastidia tanto. Me dispuse a tomar una cita con el otorrinolaringólogo y, una vez examinado paciente y minuciosamente, el especialista dictaminó el origen de mis ?molestias? nasales. Resultados preliminares de los estudios diagnósticos: pólipos y tejidos nasales en el área de estudio. Recomendación médica: cirugía ambulatoria por polipectomía nasal y posterior biopsia de la masa extraída.En el ínterin, entre lo que va de la cirugía y los resultados de la biopsia siempre hay un paréntesis caracterizado por la aprehensibilidad angustiosa de todo paciente y yo no sería, obviamente, la excepción. Terminada la larga espera de los estudios de laboratorio recibo un sobre de manos del médico tratante y me dice: ¡Malas noticias amigo Rattia! Por la cara que puso el médico y su tono de voz inferí que los resultados contenidos en aquel sobre blanco eran positivos. Ciertamente, en efecto, al llegar a casa leí con estupor los resultados de laboratorio: Tejido epitelial atípico con células malignizadas.Con la premura y urgencia del caso me fui a la capital de la República y gracias al grandioso equipo de cirujanos oncólogos que encontré en el hospital oncológico Padre Machado fui sometido a una maxilectomía radical izquierda, cirugía máximamente invasiva de corte mutilante que ameritó remoción parcial de encía superior izquierda y dentadura y remoción parcial de paladar duro y piso de órbita con posterior implante de prótesis de porex en área malar removida e implantes de mallas de titanio con tornillos microquirúrgicos en zona superior del ojo. Todo ello lo traigo a colación porque deseo compartir con mis eventuales e hipotéticos lectores mi experiencia vital con esa terrible enfermedad que ha mutado en pandemia planetaria y dejado en la orfandad a millones de seres humanos que pudieron haber ?sobrevivido? a las consecuencias deletéreas de tan nefanda plaga universal. Doce años ha que pasé por el gólgota insufrible del padecimiento del inenarrable mal que continúa abatiéndose contra cientos de miles de niños, jóvenes, adolescentes y adultos de ambos sexos; seres humanos sin distingos de credos religiosos, de color de piel, de diferencias de ninguna índole que sufren los indescriptibles rigores de tan abominable afrenta a la especie humana.Quiero dejar constancia en esta breve crónica de la importancia que tiene para el paciente que padece esta dolencia el concurso de los sentimientos de apoyo emocional y anímico por parte de los familiares y amigos para que la enfermedad sea humanamente susceptible de superarse. En mi caso particular, pude contar con la infinita bondad de mi amorosa familia y de mi entorno filial de amistades y allegados que siempre han estado ahí, en la adversidad y la alegría, en las buenas y en las malas. A decir verdad, tengo pocos amigos pero me ufano de tener pocos que valen legión y los cuido y quiero tanto como ellos me prodigan su afecto y amistad genuina. No porque algo sea obvio hay que dejar de decirlo y aquí quiero reafirmar y subrayar la imponderable importancia de la filìa platónica en los procesos de restauración y reestablecimeinto de los equilibrios psico-somáticos del ser en tiempos de precariedad de la salud corporal, orgánica y psicológica. Es irrecusable, los buenos deseos y parabienes, los sentimientos auspiciosos de bienestar provenientes de nuestros familiares y amigos representan una inexpugnable barrera que impide al sistema inmunológico precarizarse y deteriorarse por efectos del irracional proceso de oxidación mitocondrial. En una palabra, el amor sana, en tanto que los sentimientos de rencor y odio propician un campo de ondas electromagnéticas de índole adversa al proceso de sanación. @rattia


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