Durante las últimas semanas se ha corrido la voz de que los ancianos republicanos están cada vez más ansiosos por el daño que le está haciendo Donald Trump a su partido.Con la última declaración del magnate de bienes raíces de Nueva York sobre el cierre de las fronteras de Estados Unidos para todos los musulmanes, la ansiedad se ha convertido en pánico palpable.Prácticamente todos los demás candidatos republicanos han condenado a Trump por sus palabras.Y altos cargos del Partido, del pasado como el ex vicepresidente Dick Cheney o del presente como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, se han unido a las quejas.»Como conservador que realmente se preocupa por la libertad religiosa, la mala idea y la retórica de Donald Trump me produce un escalofrío en la espalda», tuiteó Matt Moore, jefe del Partido Republicano en Carolina del Sur, un estado de votación anticipada clave en el proceso de las elecciones primarias presidenciales.Bajo este aluvión de críticas subyace el temor de que las controvertidas declaraciones de Trump, que serían mortales para cualquier campaña tradicional, estén solidificando su apoyo entre los conservadores, poniendo en riesgo la capacidad a largo plazo del partido para lograr las coaliciones electorales necesarias para ganar la presidencia.A pesar de su ya larga historia de declaraciones rimbombantes, los competidores de Trump han subido y bajado en popularidad, mientras que él se ha mantenido sólido.Contra la estrategia republicanaY lo ha hecho con un discurso antimigratorio, con la retórica antimusulmana, que está haciendo volar por la ventana el plan que el Partido Republicano se propuso hace casi cuatro años para recuperar la Casa Blanca en 2016.Poco después de que Mitt Romney perdiera frente a Barack Obama en noviembre de 2012, los estrategas republicanos revisaron los resultados de las elecciones y la creciente diversidad étnica de Estados Unidos, y concluyeron que debían ampliar el atractivo de su partido.»Para el año 2050 vamos a ser un país de mayorías y minorías, en los años 2008 y 2012, el presidente Obama ganó con un total combinado del 80% de los votos de todos los grupos minoritarios», dijo el jefe del Partido Republicano Reince Priebus, y agregó que su partido «no puede y no va a marginar a ningún grupo demográfico, comunidad o región del país».Con la última declaración de Trump, sin embargo, los republicanos pueden probablemente dejar de contar con el apoyo de ciudadanos estadounidenses musulmanes.Y sus diatribas en curso contra la inmigración latinoamericana tampoco conquistarán los corazones de los hispanos.Incluso si no consigue la nominación del partido, ya lo habrá empujado hacia una derecha antiinmigrante y habrá obligado a sus compañeros de precandidatura a tomar posiciones que podrían ser perjudiciales en la elección general, en noviembre del próximo año.Contra los periodistasEn la que es probablemente la mayor ironía, Trump está liderando una guerra contra el establecimiento republicano y los medios de comunicación estadounidenses, con las herramientas que el movimiento conservador diseñó y usaba en el pasado con gusto.Durante los eventos de su campaña dice frecuentemente que el 70% de los periodistas son «realmente deshonestos», cosechando la desconfianza sembrada por los políticos republicanos durante décadas.Trump también hace eco de las condenas que los conservadores tradicionales han lanzado contra el gobierno federal en Washington, describiéndolo como una institución inútil, derrochadora y llena de políticos de carrera que dañan intencionalmente a la nación.Tiene a mano esas líneas y las usa como un arma contra todos en el poder, incluyendo a los mismos republicanos.»Los políticos de todas las tendencias, conservadores y liberales, están corrompidos por el poder», dijo Trump en un mitin en Virginia del Norte el jueves pasado.Luego pasó a degradar uno tras otro a sus rivales republicanos: Jeb Bush, John Kasich, Marco Rubio, George Pataki y hasta el excandidato Rick Perry.»Quieren destruir el Partido Republicano»De acuerdo con el analista conservador Brian Cates, la intervención de Trump revela que él no quiere hacerse cargo del partido Republicano, quiere enterrarlo en el suelo. Y sus partidarios están bien con eso.»La gente que hace presión por Trump, no lo hace porque quieran un Partido Republicano más fuerte y conservador», tuiteó Cates. «Quieren destruir el Partido Republicano».Los partidarios de Trump no pueden más con los políticos tradicionales. Sienten que les han dado la espalda a su campaña prometiendo traer una revolución conservadora a Washington.»Están descargando su ira contra un partido político que constantemente los decepcionó y los traicionó», escribe.»Tiene agallas»Pregúnteles a los partidarios de Trump por qué lo apoyan y recibirá una historia ligeramente diferente.Están enojados con la clase dirigente republicana, pero ven a Trump no como un vehículo de protesta, sino como un líder que puede tomar las riendas y hacer lo que dice.»Tiene una buena manera de inspirar a la gente», dice Kristie DelAguila, asistente al mítin de Trump en Virginia. «Me encantó lo honesto que es. No tiene miedo a decirnos lo que tenemos que escuchar».Más que eso, sin embargo, comparan la fuerza de Trump con lo que perciben como debilidad en el resto del terreno republicano.»Creo que tenemos que tener un líder fuerte, que tome posición», dice Barbara Bradford, maestra de escuela de Virginia. «Él tiene la fuerza, el liderazgo, el coraje, la mente, los recursos. Tiene agallas».La semana pasada parecía que el establecimiento republicano estaba tratando de hacer las paces con la posibilidad de que Trump pudiera ganar la nominación.El diario The Washington Post obtuvo un memorando confidencial en el que un funcionario de alto perfil del partido detalla cómo los candidatos republicanos al Congreso podrían hacer campaña con el desparpajado neoyorquino.»Trump ha crecido porque los votantes lo ven como un ser auténtico, independiente, directo, firme y creen que no se puede comprar», dice el documento.»Estos son los mismos rasgos de carácter que nuestros candidatos deben tener en 2016″, agrega.Según los informes, la idea era que Trump encabezara la recaudación de fondos en Nueva York para el Partido Republicano y que trajera dólares para el partido que pretende liderar.Esos planes se han sepultado, en un intento de los republicanos de tomar distancia de la última conflagración del señor Trump.Pero con Trump jugando con fósforos dentro de la tienda de campaña republicana, puede que no haya ningún lugar seguro al cual el partido pueda ir.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!