Antes las puertas todavía cerradas de la galería, Jorge Luis Santos habla unos minutos. Sobre todo agradece. Frente a él, un grupo no tan pequeño espera con ansias la apertura. Como es costumbre para TRESy3, el pasado jueves 14 de abril, una vez más a las 7 pm, se daban cita fotógrafos, conocedores y amigos para la inauguración, esta vez, de Pido, prometo y pago.Rendidos ante el pueblo, y ante el Santo, con los pies descalzos y destrozados, de manos atadas y con el sudor en la frente, los hombres y las mujeres, con lágrimas en los ojos, se convierten en rostros anónimos captados por el gran angular del fotógrafo venezolano. Jorge Luis Santos, quien empezó en la fotografía en 1986, desempeña una labor casi antropológica cuando se sumerge en esta tradición que para muchos pasa desapercibida en un intento por, desde lo estético, develar el misterio de la espiritualidad humana.   Desde 2009 hasta 2015, Santos se ha hecho a la labor de documentar los penitentes que, en procesión, hacen el paso para pedir o pagar una promesa. Cada Semana Santa, las comunidades de Chacao, centro de Caracas, Tinaquillo y Villa de Cura se vuelven testigos de los miles que asisten a rendir culto. El dolor, el sufrimiento y el pesar dan una enorme fuerza a su rito, algo que ha capturado el fotógrafo en esta serie.?El trabajo arrancó ?cuenta Santos? en el año 2009 mientras hacía Palmero es Fe y cerro (2011). Tomaba fotos en Chacao cuando me conseguí con los cargadores de santos y uno de ellos me dijo ?es que todos los años les hacen fotos a los palmeros y a los cargadores de santos nunca nos hacen fotos?. Esto me llamó la atención y desde ese año comencé a hacer un trabajo con ellos?.El fotógrafo de larga trayectoria en Venezuela toma la espiritualidad, la naturaleza y la sexualidad como bases teóricas de su trabajo y las combina según el objetivo que persigue. En Pido, prometo y pago hay claramente una exaltación de los temas del alma, del espíritu más allá de la religión. Eduardo Segura, fotógrafo argentino, escribe en un texto que acompaña a la serie: ?Las imágenes de Jorge Luis Santos no son ni más ni menos que una transparencia de un alma sensible a representar un circo ceremonial que habla de una pornografía social?.Alrededor de 28 fotos describen las duras historias de los penitentes, algunos de ellos ex presidiarios, con una estética oscura y hermosa. La curaduría en manos del mismo Jorge Luis Santos y de Ricardo Jiménez contó también con el trabajo de Alberto Asprino, artista plástico y museógrafo, quien dio linealidad al discurso en la muestra. El montaje rompe con las formas tradicionales y ocupa las paredes de manera que cada foto cobra una fuerza individual, más allá del enorme conjunto.Hay algo en el detalle de los rostros que inevitablemente recuerda a la técnica del fallecido fotógrafo venezolano Luis Brito ?no en vano se encuentra al final del texto de sala una dedicatoria a su nombre, y una mención en su discurso ?a la gente que a uno lo ha formado tanto directa como indirectamente?. Sin embargo la firma de Santos es clara y consistente. Los grises, los encuadres, sus historias? Así, este artista se expresa como ningún otro y se apodera completamente de las imágenes. 


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