En esa tarde de marzo, Pérez-Luna se paraba a las puertas del restaurante, expectante. Saludaba con emoción a quien pasara frente él y, aún más, con cariño cuando se encontraba con caras familiares. Y hubo muchas de ellas.La Casa 22, un pequeño restaurante en El Hatillo que se ha ido convirtiendo en un espacio de encuentro cultural, ofrece desde el mes pasado El Muro Expositivo al documentalista venezolano Alexis Pérez-Luna. Así como se usa un lienzo en blanco, el fotógrafo utilizó las paredes del lugar para componer una exposición llena de los colores de la India.Esto de exponer en un lugar tan no convencional no es algo nuevo para Pérez-Luna. Lo viene haciendo desde hace mucho tiempo y en varias ciudades de Venezuela y España. En San Sebastián, por ejemplo, expuso en un bar en medio de uno de los festivales de cine. Y en Maracay, en un hospital que guarda una de sus salas para el arte. Para el fotógrafo, ?la relación que se tiene con la obra en un sitio donde no estás preparado para ver arte es mucho más interesante, o tan interesante, como la que puedes tener cuando estás en una galería formal?. Y confiesa que sueña con exponer en ferreterías, farmacias, abastos? en cualquier lugar donde haya paredes.Es importante que existan estos lugares no tradicionales, afirma, porque dan a las obras un sentido más accesible: ?Quizá no la aprecies directamente pero, de alguna manera, te vas con esa imagen y la lectura es completamente distinta?. Estos espacios también parecen defender una noción del arte que permite otro lenguaje entre el público y el fotógrafo; uno menos directo, pero con la misma intensión de interpretación.Por una casualidad, Alexis Pérez-Luna comenzó a trabajar en el 2007 con la fotografía digital al mismo tiempo que descubre el color. Como muchos documentalistas, utiliza el blanco y negro como un mecanismo, una manera de plasmar mejor las emociones en la imagen, así que el uso del color fue todo un proceso de aprendizaje: ?Tenía que buscar la manera de componer con color con la misma intensidad que lo hago con el blanco y negro?, dice.El viaje a la India en 2009 le permitió sumergirse en ese proceso. Para conseguir las fotos que buscaba, tuvo que sumergirse en los olores, los sabores y, sobre todo, los colores. Son esas experiencias extrasensoriales las que se plasman en sus imágenes. El resultado final es una serie que invita la mirada, y que te transporta a esos lugares.Alexis Pérez-Luna se confiesa un documentalista de calle, por lo que alejarse de la fotografía como documento social de denuncia durante su viaje le fue muy difícil, pero se ha dado cuenta con el tiempo que se ha logrado muy poco cambio con esas imágenes productos de la violencia. En cambio, prefirió entregarse en esta ocasión al placer, al disfrute sensorial: ?A la India hay que ir casi de una manera irracional. Si racionalizas las imágenes de lo que sucede en la calle, la reacción de la gente, la terrible miseria, la pobreza? Es agobiante. Allí hay que buscar las sensaciones más primarias: olor, color, sabor, la amabilidad de la gente, la aceptación hacia el fotógrafo… Es un país con contradicciones enormes?.Mientras recorría las cuatro ciudades ?Nueva Delhi, Jaipur, Calcuta y Varanasi? durante casi tres semanas, Pérez-Luna se entregó por completo al momento. Buscaba esas situaciones que despertaran algo en él, algo en lo que se reconociera. ?Dicen que la cámara es un espejo con memoria. Cuando reconoces algo en la calle que está ahí, dentro de ti, tú fotografías el momento en que se alinean la cabeza con el corazón, cuando todo el bagaje cultural coincide con la luz, el lugar, los personajes? Eso es la foto?.    El Muro Expositivo de la Casa 22 continuará mostrando La India, tierra de enigmas hasta el 24 de abril de miércoles a domingo de 6 a 10 pm. El pasado 10 de abril también se inauguró la muestra Las Muchachas de Alexis Pérez-Luna en la sala William Werner, en el Centro de Artes Integradas de la Universidad Metropolitana.    La India, tierra de enigmasAlexis Pérez-LunaHablaba Canetti sobre la fascinación del lenguaje no entendido, de cómo los sonidos de un idioma desconocido te obligaban a interpretar las sensaciones del entorno de una manera visual.Mi viaje por la India realizado en el 2009 fue un recorrido por la magia del silencio, las experiencias se tornaron en fuertes tonalidades de colores. Las palabras, las extrañas comidas, los personajes de miradas fijas, intensas y penetrantes, adquirían como una alucinante  maquina procesadora de interpretación de colores, todos muy fuertes que me perseguían día y noche, pidiendo ser ordenados y compuestos en una forma coherente.Nadie sale ileso de la India: la generosa y profunda mirada acompañada de una amplia sonrisa de sus habitantes, te hará dudar para siempre si ese viaje fue de verdad real.Como escribiera una vez el crítico de arte Ricardo Bello: ?Esa es la ventaja de los artistas realistas: nos preparan para el contacto con lo inexplicable, y cuando este tiene lugar, no tenemos más remedio que creerles, absolutamente convencidos de presenciar la imagen de un testimonio fidedigno: la existencia del misterio?


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