La palabra es esencial, diferencia al hombre de los seres irracionales, le permite pensar y comunicarse. La palabra es poderosa, puede guiar las voluntades hacia altos designios o hacia grandes desastres. Permite el don inapreciable del discurso. Ha habido discursos memorables, elocuentes, elegantes, esclarecedores que han pasado a la historia porque han sido capaces de inflamar los corazones e iluminar las mentes de toda una nación, de todo un pueblo, señalándole el camino correcto para superar momentos cruciales (Churchill, Gandhi, Mandela). Otros han pasado también a la historia por haber ocasionado enormes tragedias (Hitler, Mussolini, Mao). Por último, hay discursos inocuos, vacíos de contenido, que no van a ninguna parte, salvo al pipote de basura de la historia.El discurso del presidente Maduro el Primero de Mayo es uno de estos. No aportó nada para solucionar, ni siquiera para mitigar, la desesperada lucha que libramos los venezolanos, día a día, por la comida, la salud y la vida. Fue un discurso avieso, provocador, fanfarrón, negador de la Constitución, sin invocaciones a la armonía y a la paz, irresponsable, inmaduro y falso, con una chocante sobreestimación personal. Un discurso que pone de relieve lo más penoso de nuestra actual situación: que estamos gobernados por alguien que no está capacitado para ello y que lo proclama abiertamente a los cuatro vientos.Eso es grave en cualquier caso, pero en la actual circunstancia es fatal, porque se trata del presidente que enfrenta la peor crisis económica, política y social de Venezuela de los últimos cien años. Otros países han pasado por situaciones similares pero han tenido a un Churchill, a un Roosevelt, a un Adenauer, pero nosotros tenemos a un (in) Maduro que tiene al país al borde del colapso. El país parece hoy una nave sacudida por grandes olas, en medio de un mar agitado, que no es conducida por un experto capitán sino por un engreído grumete que no tuvo interés ni talento para aprender el oficio de la navegación de altura.Veamos algunas perlas del mencionado discurso:1 – ?Si la oligarquía algún día hiciera algo contra mí y lograra tomar este palacio por una vía o por otra, yo les ordeno a ustedes, hombres y mujeres de la clase obrera, declararse en rebelión y decretar una huelga general indefinida hasta obtener la victoria frente a la oligarquía?. Es decir, si la oposición gana el referéndum  revocatorio (una vía) o unas elecciones presidenciales (otra vía), los chavistas iniciarán una rebelión y una huelga general indefinida. ¿Eso es compatible con la máxima chavista que expresa que ?dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada?? ¿Qué pasó con la tan repudiada huelga petrolera que ha sido el sambenito colgado al cuello de la oposición durante los últimos catorce años? ¿Si la huelga es chavista se justifica aunque arruine al país? ¿Y qué victoria se piensa lograr con ella: un golpe militar, una guerra civil o qué?2 – ?Ellos (oposición) recogieron unas firmas para revocar al pueblo de Miraflores (?) No es revocar a Maduro, es revocar la historia, es revocar a Chávez y el legado de una patria?. Según esto, el revocatorio no es contra el presidente electo con una mínima diferencia de votos, el mismo que hoy tiene un repudio generalizado, sino contra la historia (disparate máximo) y contra el que ya fue revocado por la muerte (para revocarlo nuevamente habría que realizar un referéndum en el infierno).3 – ?En 16 años de lucha no nos han regalado nada, todo nos ha costado el doble?.  Un millón de millones de dólares de renta petrolera suplida por el mercado sin tener que mover un dedo ni derramar una gota de sudor, no es nada. Una masa monetaria mayor que la suma (ajustada por inflación) de todos los presupuestos percibidos por la nación desde la Independencia hasta nuestros días, no es nada. El último precio del petróleo venezolano al final del bipartidismo fue de 10 dólares por barril. Durante el régimen chavista subió a más de 120 dólares p/b (1.200% más). Eso no es una dádiva de la fortuna, sino un doble costo (muchos más billetes por contar).4 – La perla más rara de todo el discurso es esta: ?Si no cesa la guerra económica revoluciono el continente?. O sea, quien no ha podido resolver el más pequeño de los problemas del país, quien perdió las elecciones parlamentarias por paliza hace unos meses, quien saldría disparado como corcho de champaña si hoy se realizara el referéndum revocatorio en su contra, amenaza con revolucionar el continente. Es decir, una revuelta desde Canadá a la Argentina, pasando por Estados Unidos, México y Brasil. Menciono solo esos países porque supongo que serían los que le darían más trabajo revolucionar. ¿No es esto una alucinación propia de alguien que, como diría el vicepresidente, se ha fumado, no una, sino varias lumpias juntas?


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