El tema del probable ?impeachment? de la presidente Dilma Rousseff ya ha tomado masa crítica. Ello significa que las variables se van ubicando en posición de repotenciarse unas a otras con posibilidad de producir algún desenlace en tiempo que es difícil de precisar.El estallido del escándalo de corrupción conocido como ?lavajato? se ha convertido en tema central del debate y análisis político no solo en el país afectado sino que ocupa importantes espacios en las preocupaciones de la región sin excluir a Venezuela, cuyo gobierno seguramente habrá calibrado ya la consecuencia de perder un aliado político de los más importantes que aún le quedaban y que ahora ?por virtud de sus propias prioridades? ya no puede lanzar a Maduro y su combo la cuerda de salvación que en Miraflores también se necesita con desesperación cada vez mas evidente.No se trata en estas líneas de repasar los episodios puntuales que han venido jalonando este drama por entregas que sacude a Brasil, pero sí es conveniente resaltar algunas características de aquella crisis que puedan o deban servir para obtener conclusiones y/o formular pronósticos.En primer lugar ha quedado muy en claro que en Brasil ?que no es Suiza pero tampoco es Haití? la institucionalidad que lleva varias décadas se sigue imponiendo con sus más y sus menos. Una acción delictiva originada en la principal empresa del país (y seguramente replicada en muchos otros escenarios) desata la acción de controles administrativos, judiciales y políticos previstos en la Constitución y las leyes dando por resultado que ?al menos hasta ahora? los poderes del Estado han podido preservar y ejercer sus respectivas atribuciones. Cierto es que el último episodio ?frustrado? de proteger con inmunidad legal al ex presidente Lula nombrándolo ministro luce como manotazo de ahogado que pudiera dar inicio a una etapa menos institucional que la que hasta ahora ha acontecido. En paralelo, la prensa, verdaderamente libre, da cuenta de todo lo que pasa tal y como debe ser la regla en una democracia en funcionamiento. ¡Qué envidia!De acuerdo con lo reportado hasta ahora por los medios, la investigación ha resultado en la detención de varios ?peces gordos?, el ?arrepentimiento? (genuino o calculado) de otros actores y la sacudida de los pactos de gobernabilidad que hasta ahora sustentan en Planalto a la señora Rousseff (PMDB repensando la alianza, PT oficialista con grietas internas, etc.).En lo que a Venezuela concierne, vale la pena notar que la orientación de solidaridad automática con el socialismo del siglo XXI que hasta hace poco era la línea oficial de Brasilia ya ha dejado de ser así desde que su más conspicuo cultor, el hasta ahora influyente ?asesor internacional? Marco Aurelio García ha visto arrebatadas sus competencias por el profesionalismo de Itamaraty (Ministerio de Relaciones Exteriores) que las había perdido hace más de diez años cuando el encantador de serpientes venezolano y el Foro de Sao Paulo se pusieron a manejar aquello como una agencia para la obtención de contratos (Obebrecht y otros) y la promoción de esquemas económicos para Venezuela que hacía rato habían sido abandonados en Brasil.Hoy no es solo el Parlamento de Brasilia el que recibe y da apoyo público y abierto a los diputados venezolanos de oposición que lo visitan, sino que también el Poder Ejecutivo (Cancillería en la persona de su ministro de Relaciones Exteriores) expresa sus nuevos puntos de vista. ¡Pensar que desde hace años la Embajada de Brasil en Caracas tenía precisas instrucciones de no invitarnos ni recibirnos para nada desde que ocurrió el referéndum revocatorio de 2004 que no pudo desalojar a Chávez de Miraflores!Pensar en la adjudicación a dedo de las pocas ?pero grandes? obras públicas otorgadas a Odebrecht, Camargo Correa y otras empresas brasileñas gracias a la gestión de ventas de Lula, presidente en ejercicio o ex. ¡Pensar en la repartición ideológica de la faja petrolífera del Orinoco privilegiando a Petrobras y tantas otras cosas ?non sanctas? que se habían convertido en virales en los últimos años!Hoy Dilma baila en la cuerda floja. Lula dejó de ser el ?gran Lula? de antaño  para convertirse en una ficha que se incluye en un gabinete ministerial para darle inmunidad y que acto seguido queda otra vez en entredicho por un fallo judicial. No olvidemos que los brasileños ya tienen experiencia en esto del ?impeachment?, puesto que por ese procedimiento en 1992 desalojaron del poder a Fernando Collor de Melo sin que ello produjera mayor trauma institucional.Mientras tanto, la situación económica cada vez más crítica, la movilización popular escenificada por casi 4 millones de personas que salieron a las calles a protestar en todo el país el pasado fin de semana y el compromiso asumido (en mala hora) de ser anfitriones de los XXXI Juegos Olímpicos pautados para comenzar en agosto venidero presagian nubarrones en el gran país que hasta hace poco se hacía acreedor a aquella frase de Ronald Reagan: ?Para donde va Brasil va el continente?. ¡Tiempos aquellos!…¿Y Nicolás? Esta semana se queda huérfano de papá Raúl Castro y de mamá Rousseff. Hace un par de meses Macri le arruinó el idilio con Cristina; Tabaré y Almagro resultaron menos manejables que lo esperado; Humala marcó distancia y Santos anda ocupado en otros menesteres. Qué fea debe ser la soledad, y más aún después de despertar de un frenesí.


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