Corromper la lucha contra la corrupción es tan perverso como desprestigiar la vía del diálogo. Eso es lo que desgraciadamente hacen los operadores del régimen que se empeña en terminar de hundir a nuestro país. Se enganchan a la mentira, la repiten a través de sus redes comunicacionales de la manera más cínica, y utilizan los tribunales para linchar a sus adversarios. De allí que quien se atreva a denunciar con pruebas valederas las tremendas irregularidades cometidas en nombre del ?proceso?, y que han dejado en ruinas nuestra economía, lo persiguen, hasta hacerlo preso por pretender enfrentar la ?revolución?. Por eso ahora Jorge Giordani, Héctor Navarro, y otros ex ministros, son traidores. Esa es la suerte que corren todos los que antes estaban identificados con el proyecto político impulsado por el fallecido presidente Chávez, pero que no han podido contener lo que saben que ocurre, aguas adentro, en un gobierno carcomido por la pudrición.Se corrompe la lucha contra la corrupción cuando se manipulan los entes que deberían, ciertamente, cumplir el papel que tienen asignado en las leyes vigentes para enfrentar ese flagelo, convertido en un fenómeno que cercena los derechos humanos de los ciudadanos de un país donde la alimentación, la salud y los servicios esenciales están en situación de precariedad, simplemente porque se robaron miles de millones de dólares que han debido invertirse en programas para beneficiar a los venezolanos. No obstante, los jefes del gobierno se ufanan de ser adalides que enfrentan la corrupción. ¡Qué descaro tan grande!, porque todo el mundo sabe que lo que hacen es ampararla.Igual sucede con el escenario del diálogo. Lo han contaminado, por eso a la gente le huele mal cada vez que los estrategas del gobierno salen con ese menú del ?diálogo?. Con sus poses y patrañas han puesto en entredicho una ruta que es fundamental para cualquier sociedad del mundo. En la historia pasada y presente encontramos referencias de cómo, siempre, ese camino hay que tenerlo en la brújula, en los mapas de los liderazgos llamados a buscarle soluciones a los conflictos. Lo hicieron los venezolanos en el pasado siglo, también los españoles, los chilenos, sudafricanos y los brasileños.En la hora actual defendemos la alternativa constitucional de un referéndum revocatorio. ¿Puede haber vía más cívica, pacífica y legal que esta? Bueno, hay otras también cívicas y legales: la renuncia, la enmienda o la constituyente. Lo cierto es que la mejor manera de hablar, es poniéndole fecha al revocatorio este mismo año. 


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