La mayor parte de los venezolanos fue diáfana el 6-D. El país quiere un cambio no por capricho, sino porque lo necesita. La nación desea diálogo, necesita volver a creer en sus instituciones. Quienes han conducido a Venezuela durante casi dos décadas se equivocaron, y los ciudadanos no están dispuestos a mantenerlos con un cheque en blanco. La elección parlamentaria fue una señal clarísima para que rectifiquen, para que asuman la conducción del país de otra manera. El pueblo venezolano quiere un mejor futuro. El gobierno lo que tiene que hacer es escuchar tanto a la oposición como a sus seguidores honestos, debe dejar de lado las triquiñuelas para, como sea, modificar los resultados apabullantes que les dieron mayoría electoral a los partidos de la Mesa de la Unidad.El expediente, por ejemplo, de la designación de los nuevos magistrados del TSJ, en carrera y violando los lapsos establecidos, es precisamente de las situaciones que los venezolanos no quieren ver más. No queremos instituciones limitadas por el gobierno. Qué indigno que quienes deben asumir tan altas responsabilidades para la nación terminen formando parte de un juego político deshonroso.Venezuela requiere un sistema de justicia imparcial, despolitizado, que tenga como único norte impartir justicia. La mayoría quiere una Asamblea Nacional que esté a la altura de los nuevos tiempos y que cumpla los mandatos constitucionales. El país está mal y el gobierno tiene un problema que debe reconocer. El modelo que intentaron implantar no funciona, y los venezolanos están cansados de la corrupción, de la ineficiencia, de la inseguridad y del fracaso económico.Este día de Navidad es un buen tiempo para la reflexión. Ojalá que desde las alturas del poder se tomen unos minutos para reconocer el daño que se le hace a la nación con esa obsesión totalitaria que no les deja pensar, y escuchar el llamado de millones de venezolanos. ¡Feliz Navidad para mis amables lectores!


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