El debilitamiento y quebrantamiento continuo de las instituciones venezolanas, experimentado en los últimos 50 años en Venezuela, han representado el ?epicentro del movimiento sísmico con características devastadoras? para que nuestra moneda nacional, el bolívar, haya perdido su fortaleza, apreciación y prestigio a escala mundial.Las instituciones se conciben como estructuras orgánicas, con vida propia, que promueven, orientan, rigen y regulan todas las actividades humanas. Las mismas están integradas dentro de la dimensión ético-cultural, en lo que respecta a los usos, hábitos, costumbres o normas que envuelven el complejo sistema de interrelaciones en el ámbito social, económico y político de los miembros de una sociedad. Entonces, sin ambigüedad, puede afirmarse que las instituciones i) han sido creadas para satisfacer de manera equitativa y efectiva las necesidades propias de un país hacia la consecución de una visión compartida de desarrollo sustentable; ii) parten de una perspectiva integral y de compromiso individual por parte de cada uno de sus miembros; y iii)  cumplen de manera fiel y transparente el marco jurídico-normativo que sirven de soporte al conjunto de acciones y actividades que se proponen ejecutar.En nuestra sociedad con frecuencia e insistencia se afirma que vivimos una crisis institucional a todo nivel. Que las diferentes organizaciones o entes institucionales no cumplen con su misión, y que motivado a ello estamos en presencia de una decadencia involutiva de carácter irreversible. Muestra de ello, el comportamiento de una de las facetas de la institución económica venezolana que se pasa a describir a continuación:Cualquier país mide su nivel competitivo, y en cierta forma su calificación de riesgo, en términos de una relación que se conoce como tipo de cambio, el cual es el precio que debe pagar una moneda débil (por ejemplo el bolívar) para poder obtener una moneda (divisa) fuerte (por ejemplo el dólar estadounidense). Sin embargo, como todo precio, este debe ser producto de una situación de equilibrio entre lo que se demanda y oferta de dicha divisa; caso contrario generaría situaciones indeseables, principalmente en aquel país con un tipo de cambio que no proyecte de manera fidedigna la situación real de su economía.: por tanto subyace una realidad turbulenta, inestable e impredecible, que actúa con mayor impacto negativo, sobre el aparato productivo nacional y la sociedad como un todo. En tal sentido, el tipo de cambio real producto de las distorsiones estructurales de la economía, desata una desenfrenada actitud especulativa.Consecuentemente, esta dinámica económica, generada gracias a una moneda nacional sobrevaluada, al continuar con los mismos patrones históricos y éticos-culturales condicionan el agravamiento de los desequilibrios estructurales: i) incremento mayor de las importaciones; ii) disminución de la inversión extranjera producto del desmejoramiento de la economía y la seguridad interna; iii) empeoramiento de la calificación riesgo país; iv) afectación de la tasa de crecimiento del producto interno bruto; vi) mayores niveles de inflación y pobreza; vii) acentuación del déficit fiscal; viii) comportamiento negativo de: tasa de desempleo, tasa de interés real (interés con respecto a la inflación) y tasa de cambio (sobrevaluación y devaluación  recurrente), etc.


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