Posiblemente la densidad de lo real esté llevando a Keyser Siso a representar mundos de levedad y de ficción en sus obras recientes. Se trata, ahora, de crear ?paisajes? donde algunos seres, con su circunstancia a cuestas, levitan solos en un espacio en apariencia ilimitado.No obstante, bajo el cielo, el movimiento de lo mundano continúa sin freno. No hay manera de detenerlo. Es una realidad de la que no es posible sustraerse del todo. Es un continuo presente. Así, en este lugar, se habita la ciudad, se convive con la gente. No hay forma de evadir la violencia citadina ni filtrar sus sonidos que perturban los momentos de ansiada levedad. Keyser no se sustrae del mundo. Observa y dibuja. A donde vaya, encuentra personajes raros. No están solo en Bárbula, donde ha ido en su búsqueda para tener motivos que pintar. Ellos abundan en las calles, en los autobuses? ?Mientras más extraños, más interesantes ?dice?, porque a veces la realidad supera la ficción?. Basta saber extraerla, verla. Dibujarla.Granja animal. Basada en la novela de George Orwell (2012) y Ángeles caídos de Las Agüitas (2013) son obras de transición. Representan el paso ?sin límite? entre la representación de la realidad citadina de su etapa inmediatamente anterior y la levedad ficcional buscada en las pinturas recientes. Los personajes, de aspecto candoroso, están sumidos en la atroz violencia que ocurre en las calles, como en el peligroso barrio Las Agüitas, por lo que aparecen en ambientes enrarecidos, densos, en medio de realidades que se muestran de manera fracturada como si fueran residuos de memorias. Son pinturas de carácter social, apreciación descrita así por el artista en diversas oportunidades. En su obra reciente predomina la representación de espacios y de vastas atmósferas. El cielo no es el límite, título de una de las piezas en esta exposición, expresa el sentido de todas estas pinturas. Su intención es pintar espacios como paisajes de ficción. En ellos están disgregados diminutos personajes, que aparecen sin orden y sin aparente relación. Con su estilo peculiar, entre ingenuo y sarcástico, todos ellos parecen levitar. Sin embargo, Keyser no se desliga del todo del peso de lo real. Prueba es que no ha dejado el hábito de escuchar la radio mientras trabaja en el taller. De alguna forma se filtran en sus imágenes mensajes entrecortados: palabras que quedan en el lienzo a medias, interjecciones, números, que aparecen como grafismos aislados y mantienen la referencia al tema urbano. La presencia de sus personajes, más estos segmentos de palabras, expresan la dinámica, por ejemplo, de la ciudad donde él habita, Valencia, que, por su condición industrial, se activa de día cuando sus habitantes prosiguen con sus actividades pero de noche se vacía, ?no se vive?, señala el artista, quedando en silencio por una soledad forzada.Las ciudades pesan, no cabe duda. Y esta densidad permanece gravitando en estas pinturas. Cada personaje ?caricaturizado o real? queda flotando sobre nubes,  manchas o charcos, aislado uno de otro. Porque a Keyser le importa resguardar su autonomía y los representa como individualidades que aparecen simultáneamente en forma dispersa. Algunos hacen alguna cosa, otros gravitan y otros caen en picada. En este mundo de levedades, también las contradicciones son posibles. Así lo confirman algunas obras: la ?aurora caraqueña se encuentra a full color? pero se la ha pintado en blanco y negro, ?los escondrijos no son suficientes? pero el cielo es vasto e inmenso, e incluso se establece ?un juego que no se juega?, pinturas, sin duda, que señalan que las cosas son posibles y, al mismo tiempo, no lo son.Keyser ha ido afinando sus búsquedas formales para lograr, mediante la representación de estos espacios, una expresión más concentrada y simplificada. Ello ha ocasionado un giro importante pues más que centrarse en los límites de las realidades inmediatas, ha preferido dar preeminencia al espacio que las contiene. El cielo no es, definitivamente, el límite. En él todo se concentra y a la vez se libera.


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