Las elecciones parlamentarias de España, el pasado domingo, ponen a prueba la máxima de que ?la política es el arte de lo posible?.En efecto, la población más adulta le dio su voto mayoritario a las políticas públicas que consiguieron rescatar a España, con mucho esfuerzo, de una muy profunda crisis consistente en un dispendioso e ineficiente manejo económico que hizo crisis y se puso en evidencia como falaz y equivocado en el año 2009. Mariano Rajoy consiguió la mayoría de los votos individuales pero sin alcanzar los escaños necesarios para resolver en solitario a nivel del legislativo.   Para los más jóvenes votantes, a quienes les ha resultado inaccesible el empleo o los empleos razonablemente remunerados y, por lo tanto, han acusado el trauma de la lenta implementación de políticas ortodoxas, el discurso Mariano Rajoy no caló. Estos le abrieron la puerta a las nuevas tendencias populistas, las que sin ahondar demasiado en la esencia de lo que es un buen gobierno, prometen un país bonancible. Con la paciencia corta, estos consiguieron algo de gran trascendencia, el fin de bipartidismo español, y un número significativo de curules, pero tampoco los necesarios para decidir por sí mismos. Formar gobierno se convertirá en la primera opción del Partido Popular y, para ello, deberá transar con los más pequeños de manera de continuar en la batalla de hacer de España un país sano en lo económico y equilibrado en lo social. Lo que veremos en los corrillos políticos de la Madre Patria en las semanas que siguen es un proceso en el cual las posiciones deberán acercarse, los planes deberán moderarse, las concesiones de lado y lado surgirán, para entender y para incorporar el desiderátum de los votantes. Ni diatribas insensatas, ni inculpaciones unilaterales, ni ?golpes de Estado electorales?, ni ?guerras económicas imperiales?, ni impugnaciones falaces, se convertirán en las armas del gobierno del PP que no alcanzó a imponerse por los votos. Veremos a los españoles de los cuatro partidos mayoritarios embarcarse en una actitud sana de sensatez y de equilibrio, de negociación de planes y moderación de doctrinas. En definitiva, surgirá un verdadero entendimiento para gobernar, lo que es la expresión justa de lo que una democracia significa. Privarán la sensatez y la inclusión. Porque lo que está en juego es la gobernabilidad del país y no la captura y mantenimiento del poder a cualquier precio. Cualquier parecido con algo que conocemos bien en estas latitudes no es sino producto de la casualidad? pero salta a la vista quién se equivoca de plano, y quién tiene una actitud proclive al bienestar colectivo. 


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