Armando Reverón se convirtió en el maestro de la luz sin contar con mayores recursos. Refugiado en El Castillete construyó un legado con lo que tenía a la mano. La austeridad no lo limitó y ese mismo reto tienen hoy los artistas plásticos del país, que celebran su día inmersos en la crisis: amenaza y al mismo tiempo un motor para sus creaciones.La escasez de materiales, el elevado precio de los que se consiguen, museos que ya no adquieren obras para sus colecciones (mucho menos de jóvenes artistas) y la falta de divisas para estudiar, exponer o participar en eventos internacionales son algunas de las dificultades que enumera el artista plástico Cristóbal Ochoa.?En el mercado del arte, los coleccionistas cada vez adquieren menos obras por la misma situación económica. Las galerías apuestan cada vez menos por propuestas nuevas, van por lo seguro?, dice. Sin embargo, agrega, las crisis siempre avivarán los discursos artísticos. ?No creo en el creador que se encierra en su taller a esperar que escampe. La cultura debe cabalgar al mismo ritmo de la crisis; debe frenarla, exponerla, exprimirla y hacerla evidente. Yo me siento con más inspiración, con más ganas de seguir en Venezuela y de recuperar nuestro país?, expresa el pintor y escultor que pronto presentará una obra en contra del racionamiento eléctrico.Esta es otra de las circunstancias de la que no escapan los artistas del interior del país. ?Ellos me han dicho que encuentran inspiración en las noches, pero a esa hora no tienen luz?, expresa la curadora Mariela Provenzali.La visión de los artistas se encapsula en las ciudades, pues llevar arte desde Caracas al interior y viceversa es un proceso complejo. ?Hay mucho riesgo al transportar las obras por carretera?, expresa la investigadora.Lo mismo ocurre con los extranjeros. ?Los grandes maestros no quieren exponer acá. He invitado a algunos, pero no se arriesgan, hay temor a la inseguridad. Los artistas jóvenes están más prestos a acercarse a nosotros. Allí contamos con el apoyo de las embajadas?, afirma Provenzali.El intercambio internacional es cada vez más escaso, sin embargo, esto ha permitido que las oportunidades emerjan en el ámbito nacional, indica el artista Miguel Braceli. ?El contexto nos obliga a mirarnos, nos deja atrincherados, con la esperanza de que desde allí podamos afinar la construcción de un discurso local?.Desde su trabajo, Braceli se ha interesado por la crisis de las estructuras sociales, la polarización y fracturas políticas del país. ?Esto ha sido el motor de proyectos que apuntan a la reconstrucción del tejido social a partir de intervenciones de participación colectiva en el espacio público, son obras que se convierten en un acto político sobre el imaginario nacional?.La fotógrafa Corina Briceño quisiera producir más, pero asegura que la inflación ha hecho que los montos de los materiales y sistemas de impresión sean muy elevados. ?No es fácil. Buscamos todos los medios que tenga para poder resolver de la mejor manera. Uno termina afectado psicológicamente, el reto es aprender a canalizar eso?.No obstante, a pesar de las adversidades, para el curador Alberto Asprino hay motivos para celebrar el Día del Artista Plástico. ?Hay una resistencia ante la adversidad. El arte nos enfrenta, nos interroga. Lo importante es no dejar que el sentido de libertad y de la obra se esfume. No hay una región en el interior del país donde no se esté trabajando en pro del arte. En el Zulia está el Maczul; en Carabobo, la Galería Braulio Salazar; y en los Andes el festival Meridafoto. El país no ha dejado de crear?.


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