En medio de crisis económicas y sociales, de conflictos armados y de tensiones estratégicas e ideológicas, muchas personas en Venezuela y en el mundo exterior abrigan temores de violencia incontenible, hasta el punto de que algunos hablan de una posible tercera guerra mundial. Sin embargo, si se procura sopesar las actuales tendencias políticas con ánimo sereno, se descubren alentadoras señales de cordura y factores objetivos que apuntan hacia transacciones y convergencias en posiciones centristas, alejadas tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda.En América Latina se percibe un reflujo general desde el auge de izquierdas que caracterizó la primera década del siglo hacia el predominio de  fuerzas centristas liberales. Las más recientes elecciones efectuadas en varios de nuestros países apuntan claramente en esa direcciónEn la Argentina, donde se prepara la segunda y decisiva ronda electoral presidencial, parece ya incontenible el ascenso de Mauricio Macri, liberal de centroderecha, por encima de Daniel Scioli, abanderado de un populismo peronista algo atenuado. En Guatemala, el triunfo electoral de Jimmy Morales sobre Sandra Torres marca un anhelo mayoritario de libertad con orden, y el repudio tanto a izquierdas como derechas incursas en actos de corrupción. Las elecciones regionales de Colombia, por su parte, dieron por resultado el predominio general del centrismo del presidente Juan Manuel Santos y su coalición liberal, tanto sobre las fuerzas de izquierda como sobre la derecha uribista, revistiendo particular importancia la conquista de la alcaldía de Bogotá por el centroderechista Enrique Peñalosa. Las elecciones presidenciales de Haití, por su parte, se desarrollaron con gran afluencia y sin incidentes y los principales candidatos se ubican, todos, en una posición pragmática y centrista, propia de un país exhausto de contiendas internas, y consciente de su dependencia de ayuda exterior. En Brasil, que no enfrenta elecciones a corto plazo, está en marcha una ofensiva de fuerzas de derecha y centro contra la izquierda democrática gobernante, a la que acusa de corrupción y de incapacidad para encarar las dificultades económicas del país. Como en el resto del mundo, el debilitamiento de la izquierda en Brasil se debe ante todo a la coyuntura económica recesiva. La caída de los precios de productos básicos, cuya exportación financiaba los programas de reforma e inclusión social del gobierno ?trabalhista?, ha afectado el nivel de vida de un pueblo que en tiempos de bonanza aclamaba a la izquierda gobernante pero hoy le da la espalda.En Europa, enfrentada a la colosal marea migratoria de los refugiados del Medio Oriente, existe el peligro de que los extremismos de derecha (nacionalismo xenófobo y anti-Unión Europea) y de izquierda (de inspiración castro-chavista) arrebaten el predominio político de la región a las tres grandes fuerzas políticas establecidas: conservadores o ?populares?, liberales, y socialdemócratas. Sin embargo, estas, frente a amenazas al orden democrático fundamental, tienden a unirse en alianzas antiextremistas, como ocurre actualmente en España y otras grandes naciones.En el plano de las relaciones geoestratégicas mundiales, signadas por un nuevo esquema de balanza de poder, ciertas tensiones se han agravado, pero también se vislumbran iniciativas sensatas de negociación y de concesiones mutuas. También en el ámbito diplomático, se buscan convergencias hacia algún ?centro?.Venezuela, enfrentada a un momento crucial de su historia y amenazada de violencia, debe ponderar los ejemplos de otros países y aferrarse a la convicción de que, al choque bipolar que se avecina, puede y debe seguirle una etapa de transición negociada, hacia la libertad democrática y la economía de mercado con equidad [email protected]


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