Funcionarios de la Brigada de Asuntos Especiales del Cicpc dieron la bienvenida la semana pasada a los asistentes al estreno de la película Muerte suspendida. «Tenemos que estar pendientes en la calle», dijo uno de los enmascarados, que además aseguró tener el arma cargada en el cine del centro comercial Líder.

La puesta en escena formaba parte del preámbulo del largometraje. Es la ópera prima de Oscar Rivas Gamboa, quien desarrolla un filme en el que resalta más el discurso institucional que la historia original, basada en hechos reales: el secuestro de un comerciante por parte de Los Caliches del Centro, ocurrido en el estado Aragua en el año 2012.

«Estoy segura de que Dios iluminará al Cicpc para que encuentren a mi esposo», dice la actriz que interpreta a la cónyuge del cautivo.

Las siglas son un lugar común en el guión, escrito también por el director. La película trata sobre el plagio del empresario Bernandino Correia (Antonio Cuevas) durante once meses por un grupo de maleantes colombianos.

Sí, en el filme los malos vienen del otro lado de la frontera y son sanguinarios. Uno de los protagonistas es el inspector Robles interpretado por Óscar Pérez, detective del Cicpc con más de 15 años de trayectoria. Él, junto con el agente Galíndez (Claudio de la Torre), son la pareja de investigadores de la cinta que sirve para que la institución muestre buena parte de su equipo y rutinas de entrenamiento «con perros paracaidistas incluídos», francotiradores y unidades blindadas en diferentes contextos: tierra, agua y mar.

Una de las escenas más llamativas es la aparición de una pantalla de luz que sirve a los inspectores como pizarra ultramoderna para establecer hipótesis. Un mes después del secuestro, por ejemplo, concluyen que los plagiarios viajaban en otro carro porque dejaron la camioneta del empresario abandonada en el lugar del hecho.

«Es cine guerrilla. Oscar Pérez, coproductor y protagonista, fue quien me hizo el planteamiento para demostrar el esfuerzo que hace la policía. Le planteamos la idea a José Gregorio Sierralta, director del Cicpc, quien nos dio la autorización de usar la imagen y demás equipos de la institución», cuenta el cineasta, que antes había trabajado exclusivamente en televisión. Asegura que el presupuesto del filme fue de aproximadamente 25 millones de bolívares, pero que la organización policial no aportó recursos económicos para el rodaje.


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