Desde hace casi dos décadas, convivo día a día con estos jóvenes ávidos de conocimientos, en la importante experiencia de formarse como próximos profesionales del país. Ellos llegan a la gran casa de estudios con la esperanza de encontrar una respuesta para que los contenidos adquiridos a través de la experiencia universitaria les abra las puertas de un mundo mejor.Sucede que en Venezuela estudiar en la universidad es parte de nuestras metas sociales tradicionales. Están arraigadas en el entusiasmo existente en esos muchachos que asisten a las instituciones educativas a aprender, aspirando a lograr un futuro prometedor. Al respecto, escuché una vez a un joven afirmar: ?En mi casa me enseñaron que hay que estudiar?.Sin duda, la razón por la cual las personas se preparan es para lograr insertarse en el campo productivo, permitiendo mayores oportunidades e ingresos acordes con su grado de educación y, en consecuencia, elevar su calidad de vida. Sin embargo, es del conocimiento general que, una vez culminada su formación, no todos los graduados profesionales alcanzan a emplearse en sus áreas de trabajo. Lo cual indica que el hecho de estudiar no garantiza un cargo. Esto desvirtúa entonces el fin último de alcanzar una meta de nivel académico.A pesar de lo antes mencionado, la matrícula estudiantil universitaria en nuestro país, según la Unesco, es una de las más altas del mundo y cada año aumenta. Al parecer, los estudios superiores seguirán siendo para el venezolano un salvoconducto hacia su progreso personal y familiar. Predomina una necesidad particular de obtener un título como respaldo, con  la aspiración de lograr conocimientos que ayuden a superar los problemas sociales y económicos. Por otro lado, existen quienes ven estos estudios como una plataforma para un emprendimiento propio.Por estas razones, veo con mucha preocupación el gran cuestionamiento que se hacen los estudiantes, incluyendo los míos. ?¿Después de culminar  mis estudios universitarios, existirá un trabajo para mí??. Es una incertidumbre propia de la situación que afrontan al encarar la realidad laboral, cuando además todavía tienen poco o nada de experiencia. Y, sin embargo, aun sabiendo que no está garantizado, consideran la formación académica universitaria como el camino para surgir. Como docente y académica, tengo la convicción que es así, pero por otra parte preocupa que los jóvenes puedan en realidad ver cumplidos sus sueños del futuro.


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