Exaggerator ganó el sábado el Preakness en Baltimore, Maryland, la segunda carrera de la triple corona hípica norteamericana, frustrando al favorito Nyquist, que semanas atrás había conquistado el Kentuky Derby. Nyquist no había perdido nunca, pero la pista enlodada por las lluvias de varios días en la costa Este de Estados Unidos ayudó esta vez a Exagerator, que siempre le pisó los talones al campeón en carreras anteriores.Las condiciones pesan en toda carrera y a veces son determinantes. Un campeón imbatible como lo es Nyquist dio todo lo que pudo, pero Exagerator vino desde afuera y lo venció, a pesar de los fuetazos finales de Mario Gutiérrez, quien había dejado siempre correr por su cuenta al pura-sangre.Hace dos semanas decíamos en este mismo espacio que no nos extrañaría que Donald Trump ganara la presidencia de Estados Unidos. Hillary Clinton, la muy probable candidata presidencial del partido demócrata, ha llevado la delantera desde que se dio la largada presidencial, tanto al competir con los de su mismo ?stud?, con Bernie Sanders siempre a cierta distancia, como con  todos los potros del ?stud? contrario, incluido ?The Donald?. Ahora, ya casi llegando a la última curva, Hillary y el Donald están cabeza a cabeza.Digamos que Sanders ha contribuido a enlodarle la pista a esta tremenda yegua, lloviéndole sobre un terreno que tradicionalmente se presentó prístino, inmaculado. Sanders ha explotado las vicisitudes actuales del pueblo norteamericano, advirtiendo que pelea por una clase media que se ha venido achicando, a merced de un enriquecimiento mayor de los súper millonarios, por unos trabajadores a los cuales les es cada vez más difícil el acceso a la educación, a la salud y relativamente a la vivienda, con menos capacidad de ahorro y sobreviviendo entre cheque y cheque de quincena, a pesar de los progresos enormes de la economía en general.Por cierto, el sábado pasado en Baltimore, Nyquist salió muy bien colocado, pero no iba solo. Uncle Lino estuvo casi todo el tiempo a un costado, dándole pelea al campeón prácticamente hasta el final, aunque llegó de séptimo. Exaggerator, entretanto, corría cómodo desde afuera hasta ponérsele al frente al invicto, quitándole la carrera.Hace tiempo que se definió el ganador en la tienda republicana. Los demás contendores no pudieron con el Donald, quien ahora va corriendo solo por su cancha, aumentando vertiginosamente las apuestas a su favor entre los fanáticos de su partido. Ya 64% de los republicanos dicen que aprueban a Trump.Los números no dan dentro del Partido Demócrata sino para que Sanders aspire tan solo a unplacé; sin embargo, el potro se plantea ir hasta el final en esta justa. Ojalá no termine agotando a la yegua. Lo que más desea este caballo, según dicen ?y parece que lo van a complacer- es influir en la plataforma electoral de la candidata cuando ésta corra en la última competencia de la triple corona.Siempre en la onda equina, German Carías, uno de los mejores reporteros venezolanos de todos los tiempos, nos enseñaba en la UCAB que antes que decir que la mula era parda, mejor mostráramos los pelos. Pues bien, el cabeza a cabeza de Hillary y el Donald lo confirmaron todas las encuestas publicadas el fin de semana en los Estados Unidos. La diferencia entre ambos está dentro del margen de error de todas las consultas realizadas entre el 15 y el 19 de mayo. NBCNews/Wall Street Journalda a Clinton 46% de preferencia nacional frente a 43% de Trump; ABC News/Washington Post da a Trump 46% y a Clinton 44%. CBS News/New York Times pone a Clinton en 47% y a Trump en 41%. Y la cadena Fox tiene a Trump en 45% contra 42% de Hillary Clinton.El precandidato demócrata Bernie Sanders, curiosamente, aventaja a Trump hasta por dos dígitos en todas las consultas. 54/39 en la de NBC; 51/38, en la de CBS; 46/42, en la de Fox, y en otras está en 50% contra 39%.La pista de la carrera por la presidencia de los Estados Unidos la proporcionan las condiciones en que se encuentra la sociedad norteamericana. El terreno susceptible de ser empantanado es el que identifican las mismas encuestas a través de los temas que más preocupan a la población estadounidense hoy día.La economía sigue siendo el tema de mayor preocupación, no obstante la estabilidad económica alcanzada por la administración de Barack Obama, que capeó exitosamente la crisis financiera e industrial que heredó del gobierno de Bush. Gallup identifica al tema de la economía como el principal mencionado espontáneamente por la gente del cual debe ocuparse primordialmente el próximo presidente desde enero de 2017. El segundo es el tema de la inmigración; el tercero es el de defensa y seguridad, y el de la salud y sus costos el cuarto. El quinto es el del terrorismo.A pesar de una reducción sustancial del desempleo y la estabilidad macroeconómica, la gente siente que las mejoras económicas no le han beneficiado directamente. Los números indican que la clase media se ha reducido y que 1% de la población, donde se ubican los más ricos, es la proporción de personas que está saboreando las mieles del cacareado progreso.Sanders y Trump son los candidatos que hasta hora se han conectado con sectores susceptibles al tema económico, sectores que desde distintos ángulos desean que las cosas cambien en este sentido. Trump ha tocado las fibras emocionales de la seguridad y defensa nacional achacando implícitamente estos males a los musulmanes, cuya entrada al país según él comporta un tremendo riesgo, y a los inmigrantes en general, que en el caso de los mexicanos los presenta como violadores de mujeres y hasta como asesinos.Sanders se ha ocupado del tema de la salud, del cual 58% de la población ?de nuevo según una encuesta de Gallup? piensa que debe solucionarse mediante la sustitución del llamado Obamacare, que ayudó a asegurar a los más pobres, pero aumentó las primas de salud del resto de la población, por un sistema de salud financiado por el gobierno federal, que asegure a todos; un poco como el esquema propuesto por Sanders, de brindar la posibilidad de asegurar a bajo costo a toda la población con ayuda del gobierno federal.Sanders no se cansa de atacar a la codicia de los súper millonarios para explicar los males que aquejan hoy a los norteamericanos. Y hace propuestas básicas: el seguro médico; universidades públicas gratuitas, sin eliminar las privadas, y un programa de infraestructura a lo Larrazábal en la Venezuela de 1958, que dé empleo y mejore los puentes y carreteras, todo pagado por los súper ricos, o por los especuladores de Wall Street. Lo otro es cambiar el sistema electoral que permite el apoyo sin límite de los súper ricos a los candidatos en campaña, que favorece su influencia en los asuntos del Estado. Cualquier discusión con Sanders no sale de ese esquema: las clases medias y trabajadora contra los súper millonarios.Trump, por su parte, quiere hacer a Estados Unidos ?great? otra vez, apelando a una base obrera de raza blanca sin educación universitaria, con prejuicios raciales y de tendencia conservadora, que le permitió colarse emocionalmente hacia otros sectores de su partido descontentos por la creciente diversidad racial y cultural que ha venido predominando en el país, aunado al avance de las industrias de alta tecnología y de servicios, que al tiempo de que exigen mayor preparación requieren de menor intensidad laboral para producir riqueza, lo cual afecta a los sectores medios de la sociedad que gozaron de las ricas mieles del tipo de capitalismo anterior y que se sienten insatisfechos por la falta de respuesta a sus problemas de parte del propio partido republicano.Clinton representa por ahora el status. En los debates que sostuvo con Sanders demostró un dominio cabal de todos los temas, resaltando implícitamente su experiencia como política, como secretaria de Estado, que es el puesto más importante del gabinete presidencial, antes como senadora, y previo a eso como una primera dama activa en la Casa Blanca. En política internacional, es sin duda la candidata más equipada.Clinton, por otra parte, insistió en los mismos debates en que coincidía con Sanders en la misión última de sus propuestas, pero quizás no en los métodos, porque, decía ella, prefiere que el trabajo se haga, se dé, en vez de que no se llegue a ninguna parte con supuestas propuestas irrealizables. Su intención, en todo caso, era y todavía es, ubicarse en un centro ideológico moderado, que incluya a los más ricos y quizás también a los pobres, a la mayoría negra que la apoya, a la cual se vincula a través de su identificación con el gobierno de Obama, y por el viejo apoyo de la dirigencia negra a su marido; y a las mujeres adultas que se identifican con ella misma.Pero Hillary no va a ganar si no logra que los seguidores de Sanders se adhieran a su campaña, cuya base principal son los de la generación del milenio, de entra 18 y 34 años de edad. Clinton necesita un sólido apoyo de electores que no son tan fácilmente motivables para votar, según la tradición histórica.Los milenios, los negros y los latinos, que le dieron el triunfo a Obama en las elecciones anteriores, tienen que estar muy motivados para votar; la tradición histórica es que tienden a no salir a las urnas como los blancos, o como, desde el punto de vista etario, los babyboomers (52 a 70 años) y otras generaciones.La motivación la da el entusiasmo, como el de los negros en las elecciones que ganó Obama, o como el de los jóvenes, que ayer estaban con Obama y hoy están con Sanders. Los temas que preocupan a la gente crean las condiciones. La forma como los candidatos comuniquen sus ideas sobre esos temas es la que da la motivación y el triunfo.Clinton tiene la no muy fácil tarea para ella de convencer que es sensible a la realidad económica y social de las clases media y trabajadora, de entusiasmar a los jóvenes que quieren una sociedad más justa y más pluraly al mismo tiempo dar indicios de que continuará el legado del presidente actual, que hasta ahora sigue subiendo en las encuestas.Va a tener que fajarse duro para conservar la delantera y que no se le metan por el palo izquierdo, o por fuera, y ella aun corriendo por el mero medio.@LaresFermin


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