La banda los Inconstitucionales de la Sala ?Constitucional? vuelve a sus andanzas. ¡Azotes de toga! La sentencia en mis manos la sentí como una mancuerna. Su peso es importante. Su contenido no es de sentencia, es demencia edulcorada. Menciona legislaciones de Panamá, Colombia ¡y Canadá! En su introito nos pretende dar cátedra y doctrina. Enaltece al Poder Legislativo? Para luego destruirlo.Los límites del poder público, de cada una de sus ramas, las establece de modo exclusivo y único, léase ¡excluyente!, la Constitución. Pero el descaro de la despótica se desborda de nuevo y se vierte en palabras de judicialidad perversa. La ilógica de lo absurdo se impone. Una sentencia reescribe el texto constitucional. Tacha la norma fundamental y la sustituye por una trastada monumental.Fija límites inexistentes, imaginarios, impensables, a la Asamblea Nacional. Intenta amputar órganos vitales: sus facultades y competencias constitucionales. Pero no se queda allí. Va más allá. Va mucho más allá. Le atribuye prerrogativas también inexistentes al vicepresidente. Inexistentes porque están ausentes en la carta magna. Le quieren arrancar el tuétano a la Asamblea Nacional.El espectáculo de inescrupulosa vergüenza trasciende fronteras. Las naciones se pronuncian. Mientras los azotes de toga hacen un linchamiento legislativo, a la canciller no se le ocurre otra que aducir un bullying internacional contra Venezuela. Su rostro nos muestra lo contrario. Sabe que es paja porque conoce la verdad.Ahora el CNE pide dejar sin efecto otra inexistencia jurídica: ?la desproclamación? de los diputados de Amazonas. Nos movemos en irrealidades. Dólares que no existen, límites al Parlamento que no existen, precios controlados de productos que no existen, atribuciones al vicepresidente que no existen, guerras económicas que no existen (o que, en todo caso, las ejecuta la supuesta víctima). Enemigos imaginarios, hechos fantásticos. El mundo del gobierno sicofante.


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