La principal noticia de esta última semana no fue la malsonante expresión proferida como insulto a los venezolanos por el siempre injurioso señor Carreño o el adelanto de la Navidad en San Vicente y las Granadinas como resultado de la miríada de costosísimos obsequios que, en el summum de la inmoralidad, el régimen venezolano le ha dado a sus niños y adultos mientras los hijos del pueblo de Venezuela se encuentran al borde de la desnutrición a consecuencia de la escasez de alimentos indispensables para su adecuado desarrollo, por no mencionar que aquellos que además padecen terribles enfermedades, como el cáncer, no cuentan ni con los centros asistenciales dotados con suficientes profesionales cualificados, equipos e insumos ni con los medicamentos necesarios para incrementar sus probabilidades de supervivencia.No lo fue siquiera el lamentable trance vivido por la querida y respetada familia Vidal Restifo al convertirse en ?¿selectivo?? blanco de esa delincuencia que ha medrado al amparo de quienes pretenden perpetuarse en el poder haciendo para ello descarado uso del miedo y de la dependencia, o el nuevo capítulo de la historia del espurio proceso judicial seguido a Leopoldo López que se ha comenzado a escribir luego de la confesión de uno de sus acusadores y verdugos: el fiscal Franklin Nieves.No; nada de eso ha logrado desplazar del centro de la atención de la opinión pública nacional e internacional ?y qué bueno que así sea? a las recientes declaraciones ?o, más bien, amenazas? del presidente de la república, a quien al parecer le trae sin cuidado el que los venezolanos estén cansados de padecer los efectos de las empobrecedoras políticas que el régimen que él preside insiste en mantener.Claro que lo realmente sustantivo no es esa confirmación de lo que algunos ?incluyendo a quien para ustedes esta columna escribe? vienen advirtiendo desde hace tiempo, sino lo que se hará para defender, en el marco de la Constitución y las leyes, los intereses de un pueblo que ya no está en condiciones de sobrevivir a la consumación de un nuevo desconocimiento de su voluntad.Ello hace que el tema del rol de las fuerzas armadas en esta lucha siga teniendo capital importancia, máxime porque parece haber cada vez menos dudas de que mientras no cumplan con su constitucional deber de hacer cumplir a su vez los mandatos constitucionales, el país vivirá bajo el imperio del abuso.Y a fin de que no haya margen para las malinterpretaciones, no son aventuras golpistas lo que de los uniformados venezolanos se espera, ni tampoco su intromisión en los asuntos gubernamentales de una futura Venezuela democrática, sino su oportuno apoyo al pueblo cuya defensa constituye su razón de ser, bien luchando a su lado por la libertad, bien despejándole el camino cuando este, de manera pacífica pero contundente, reivindique todos sus derechos. @MiguelCardozoM


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