Viajo encerrado en este pequeño y oscuro cofre de bronce. Siento compasión y cariño por las temblorosas manos que me llevan al final de este destino incierto. Manos que me ayudaron, que cuidaron a mis hijos, que cocinaron conmigo.Al igual que muchos, yo era un óvulo y un espermatozoide separado en dos cuerpos distintos, en dos pieles que no se conocían y que terminaron siendo una. No era hombre, mujer, planta, animal ni insecto. No era nada. Como ahora, tampoco existía. No tenía preocupaciones, no tenía conciencia.Hoy es distinto. Hasta ayer estaba vivo y, aun en contra de mí mismo, me marché antes de tiempo, tal y como lo hizo mi padre y a su vez mi abuelo.Soy alma y cenizas sin cuerpo. Y la conciencia, esa chirriante voz que nunca calla, es lo único que aún tengo.Estoy atrincherado con recuerdos, con amores y desamores, con aciertos y errores, con lo que deseaba ser y con lo que logré llegar a ser.El ardor de mi carne y el rechinar de mis huesos sobre impúdicas danzas de fuego de llamas azules me intimidaban. Creí que sentiría miedo. No fue así, ahora sé por qué. Y es que cuando partimos, ya el cuerpo no es nuestro.Es de día. Lo sé porque la luz logra colarse a través del cristal. Estoy volando como lo soñé tantas veces, en caída libre, como si alguien me empujara sobre el vértigo de mi historia, esa que yo escribí, que dibujé, que decidí fuera mi vida? Veo mi cuerpo convertido en millones de briznas.Voy viajando a un desconocido y misterioso sitio, algún día tú también lo harás. Es como nacer pero en sentido contrario. Como respirar pero al revés. Como un minutero que va para atrás. Como caer en lugar de volar.Presiento el sonido del oleaje del mar, su aroma, el sabor del salitre. Me agrada la sensación y el agudo silbido que renace en los caracoles de mi infancia y que, ahora, es lo único que escucho y me da paz.Me estoy yendo. Algo me dice con certeza que no todo se acabó. Lo que queda de mi cuerpo flota en el mar. Me fusiono. Soy una veleta. Cenizas de quien yo era. Soy solo cenizas mojadas.Una parte de mí cuelga del relicario que siempre llevas en el pecho. De nuevo dependo del amor de otros. Vuelvo al sitio inexistente desde donde un día partí. Regresaré, no tengo prisa.Soy un óvulo y un espermatozoide separado en dos cuerpos distintos, en dos pieles que no se conocen y que terminarán siendo una.Soy, simplemente, la prueba de que el amor hace regresar.


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