?Cuidado, no estacione tan cerca de las vías?, indica Graciela Aguilar a los comensales que llegan a su restaurante en la antigua estación de tren de Gouin, un minipueblo a 10 kilómetros de Carmen de Areco. La advertencia suena rara: los trenes de pasajeros dejaron de pasar por Gouin en los años setenta y los de carga en los 90.Al rato, sin embargo, se escucha el silbato de un tren, aunque lo que aparece en escena es solo una dresina (zorra de rieles o zorra de vía), conducida por un ferroaficionado que no se resigna a que estas vías dejen de transitarse.Es solo una de las cosas pintorescas que ocurren en Gouin, uno de los pueblos más interesantes en el eje de la ruta 7, a 137 kilómetros de Buenos Aires, con los últimos 11 por un camino de tierra bien mantenido.En apenas media docena de manzanas, Gouin tiene el bar Don Tomás, el almacén de ramos generales de los hermanos Colera y el Club Sportivo Gouin. Pero el mayor pretexto para visitarlo, desde hace 18 años, es el mencionado restaurante La Estación, a cargo del matrimonio de Rochi Aguilar y Santiago Manion, en la centenaria y fotogénica construcción de la Compañía General de Ferrocarriles de la provincia de Buenos Aires.La propuesta del restaurante, ideal para los fines de semana, es comer justamente en el andén y en las salas de aquella estación, hoy casi un museo con el viejo reloj de péndulo, el telégrafo, la caja fuerte y otro equipamiento ferroviario. La especialidad son las pastas y la parrilla. 


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