«Allá va el ladrón !Atrápenlo! !Atrápenlo!», gritan siempre aquellos delincuentes que buscando distraer a sus víctimas acusan a otros. Un modus operandi bien conocido en nuestro país,  que tiene como objetivo generar confusión en medio del caos. Hay quienes le creen al ladrón y corren persiguiendo al señalado, pero la mayoría sabe que es solo una estrategia para ganar tiempo y escapar, sabe que la persona que grita más fuerte es precisamente la que te ha robado. Tenemos un gobierno que actúa así, reparte culpas y busca responsables donde no los hay, solo para que algunos incautos corran detrás del acusado. Un coro lleno de odio que repetirá el guión oficial sin detenerse en los detalles, sin analizar lo más mínimo, solo guiados por la irracionalidad y el fanatismo. A unas pocas de semanas de las elecciones el gobierno necesita escapar de sus responsabilidades descargándolas en otros, una tarea nada fácil considerando que no le quedan enemigos creíbles: El cuento del imperio se les agotó, los medios de comunicación los controlan todos, Uribe sigue metido en cuanto plan se les ocurre pero poco impacto genera, los empresarios, los pocos que sobreviven, están dedicados a mantenerse en pie y no en polemizar con el Estado. Si hacemos un repaso por el último semestre del año hemos visto que desde Miraflores mucho se ha arengado, pero son pocos los que han atendido al llamado. Este cuento ya no es creíble, se volvió predecible, repetitivo. Así como quien conoce el modus operandi del ladrón se revisa cuando lo escucha gritar, el venezolano que sabe cuáles son las estrategias del madurismo, en lugar de emprender acciones contra el acusado, lo aplaude. No es más que otra víctima, como los son quienes se dejan llevar por el odio y la mentira.  El último escalón de esta historia lo ha llenado empresas Polar, prácticamente la única empresa productiva a gran escala que ha podido mantenerse operativa a pesar de la ruina socialista. De nuevo apelan al resentimiento para generar una confrontación entre pobres y ricos. Pero aquí la pelea del pueblo no es esa, es contra un modelo fracasado que ha hecho la vida de todos una miseria y que nos ha reducido a sobrevivientes, mendigos que invierten largas horas de su día en tratar de satisfacer las necesidades más básicas y elementales. De aquí a diciembre seguirán gritando, pero serán muy pocos quienes se dejan arrastrar por el odio a estas alturas. Se cansarán de gritar y el pueblo se cansará de escuchar a los ladrones gritando. [email protected] @Brianfincheltub


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