Cincuenta días después, la vida sigue igual en Venezuela, pero con mucha más gente. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) consiguió reunir ayer entre 200.000 y 300.000 personas en una marcha pacífica en Caracas, que la represión gubernamental transformó en un caos de violencia. Fue un mar de gente dispuesta a decirle a Nicolás Maduro que va a seguir la lucha en la calle hasta que el cuerpo aguante.

El bombardeo masivo de gases lacrimógenos, «gas del bueno» como lo bautizó Hugo Chávez, más chorros de agua a presión, perdigones y bolas de metal dispersaron a los manifestantes entre gritos de «¡Viva Venezuela Libre!» y la lluvia de piedras de los llamados «escuderos de la libertad», que también contaron con cohetes de pirotecnia y cócteles molotov. Los enfrentamientos continuaron durante horas, cuando todavía la mayoría de los manifestantes no salían de su asombro.

«Esta lucha es gas y bombas contra sueños e ideas», denunció el diputado José Manuel Olivares, a la cabeza de la manifestación. «Somos millones. Somos 80% del país que quiere cambio. Hijos de Bolívar, acá nacimos y acá seguiremos. ¡Vas pa’fuera, Nicolás Maduro!», clamó el gobernador Henrique Capriles, que sorprendió a sus seguidores al proponer que la concentración marchase hacia el Ministerio de Interior, que se levanta en territorio prohibido por el chavismo.

En otra ciudades se repitieron escenas parecidas. En Táchira, militarizada luego de los enfrentamientos y disturbios de esta semana, que se cobraron la vida de cinco personas a manos de policías, guardias nacionales y paramilitares, las fuerzas policiales reprimieron a miles de manifestantes con gases lacrimógenos. Por lo menos cinco personas resultaron heridas de bala.

El primer objetivo de la MUD se cumplió: fueron cientos de miles. O al menos así parecía en la apabullante demostración de fuerza, una más en las calles venezolanas frente a la marchas gubernamentales, llenas de empleados públicos empujados a asistir.

Más extraña incluso fue la de ayer, que se acercó al Palacio de Miraflores para apoyar a su líder en medio de la tormenta: una marcha de la alimentación en el país donde la comida escasea a precios prohibitivos o se reparte racionada por el gobierno. De hecho, las ONG denunciaron el reparto de comida y bebida durante las concentraciones chavistas para atraer más público.

Un gigantesco cartel sobre el elevado de Los Ruices clamaba «elecciones ya», la misma exigencia que en tono más diplomático reclamaron el Vaticano y Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA). El ex canciller uruguayo añadió que llegó la hora de negociar el regreso de la democracia a la Venezuela.

«No nos vamos a cansar y hoy menos, con el apoyo de la fiscal general» Luisa Ortega, discutían en un corrillo de manifestantes antes de comenzar las escaramuzas. Unos a favor de Ortega, otros en contra, sospechosos de que se trata de un movimiento interesado. Pero todos sabedores de que el deslinde de la jefa del Ministerio Público resquebraja las filas chavistas como ninguno otro con anterioridad.

Ortega considera que el proceso para redactar una nueva Constitución no es necesario, ni conveniente, ni pertinente porque «aceleraría la crisis», que considera «indudable» y «sin precedentes».

«Lejos de coadyuvar a la ansiada reconciliación nacional, generaría un alto grado de incertidumbre, habida cuenta del riesgo y de la desconfianza que se produciría en los ciudadanos ante la eventual pérdida de las conquistas logradas con la Constitución de 1999», considera la fiscal, que tilda a la actual Carta Magna como «inmejorable, el mayor legado del presidente Chávez», algo en lo que coincide con Marea Socialista, con generales como Miguel Rodríguez Torres y ex ministros bolivarianos de la importancia del ex vicepresidente Jorge Giordani, gurú marxista del «comandante supremo».

Maduro no solo hizo oídos sordos al requerimiento de la fiscal, sino que además adelantó que en unos días estarán disponibles las bases comiciales para la elección de sus 500 constituyentes.

Comunicado de las academias

Las academias nacionales de la Historia; Ciencias Políticas y Sociales; Medicina; Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales; Ciencias Económicas y de Ingeniería se solidarizaron con el pueblo venezolano en un pronunciamiento firmado junto con la Academia Venezolana de la Lengua. Allí denuncian al gobierno de Nicolás Maduro por «la violación de disposiciones constitucionales y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos», así como «la ilegítima inhabilitación política de connotados líderes opositores», que desconocen las leyes venezolanas. Por eso, exigen «el cese al quebrantamiento del orden constitucional».


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