Los incendios en California se han vuelto tan frecuentes y mortales que la identificación de restos humanos carbonizados ya es una especialidad científica. Una vez más, trajeron perros detectores de cadáveres, y los odontólogos y antropólogos forenses ya están usando la experiencia adquirida en incendios anteriores para identificar a las víctimas.

Este martes, un equipo de búsqueda recorrió los cimientos de una vivienda consumida por el fuego en esta chamuscada ciudad de Paradise, California. Circularon cuidadosamente alrededor de la bañera carbonizada, el piso derretido de la cocina y de los restos del patio, removiéndolos con largas varas metálicas. 

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Enfundados en uniformes a prueba de sustancias peligrosas y con cascos de seguridad rojos, el grupo de especialistas buscaba dos cosas que nadie quiere encontrar: cuerpos y huesos.

«Fijate en el baño», dice Tess Koleczek. “Yo me habría metido ahí, dejando correr el agua todo el tiempo posible”. Remueve los escombros sobre el piso y agrega: “El problema es que hay un punto en que una piedra y un hueso quemado son difíciles de distinguir”.

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Por lo menos 48 personas murieron en el Camp Fire, el incendio forestal con más víctimas en la historia de California. Y todavía hay muchos desaparecidos. “Ninguno de nosotros querría ser experto en la materia, pero esta es la lamentable realidad actual en el norte de California”, dice el sargento Ray Kelly, vocero de la policía del condado de Alameda, que envió un equipo a Paradise.

Y las autoridades ya advirtieron que el proceso será largo y lento.

“No es la primera vez que nos toca hacer esto”, dice Jason Finney, de 42 años, capitán del Departamento de Bomberos del condado de Butte, al llegar a una calle arrasada por el fuego. Pero Finney dice que esta vez la diferencia es la escala: “Nunca fue en un área tan grande, con tantos habitantes, tantas edificaciones y vehículos”. 

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Las autoridades decretaron la evacuación de la zona y en Paradise ya no queda nadie. Los vehículos de emergencias y los camiones de las compañías eléctricas circulan en medio del humo negro que se cierne sobre la ciudad. Las camionetas de la morgue entran y salen del hospital sin descanso. IMAGEN

Hasta ahora solo han logrado contener 35% del incendio, y sus llamas siguen vivas en las laderas y hondonadas que rodean Paradise. En el sur de California, los bomberos siguen batallando con el Woolsey Fire, que amenaza con consumir 57.000 edificaciones del oeste de Los Ángeles y que ya destruyó cientos de casas de Malibú y sus alrededores. Los evacuados son decenas de miles.

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Los expertos temen que los restos humanos que buscan estén carbonizados más allá de toda posibilidad de identificación. A partir de su experiencia en los incendios del año pasado en la región vitivinícola de los condados de Sonoma, Napa y Mendocino, los expertos han vuelto a recurrir a perros detectores de cadáveres. 

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“La verdad que no hay otra tecnología disponible mejor que el olfato de un perro para identificar lugares donde puede haber restos humanos”, dice el sargento Kelly.

De muchos de los hogares lo único que queda en pie es la chimenea. Según los expertos, con o sin perros, la tarea de hallar restos es un proceso casi artesanal. «Por avanzados que estemos, al final todo se reduce a un balde y una pala, literalmente», dice Kelly.

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El martes por la mañana, unos 15 equipos de búsqueda y rescate se reunieron en el estacionamiento de un bowling local para dar comienzo a la infausta tarea de rastrillar la zona. Muchos son voluntarios, y cada equipo tiene asignado un antropólogo forense para distinguir restos humanos de restos animales. 

Los equipos también van acompañados de bomberos del Departamento Forestal y de Protección contra Incendios de California, convocados para ayudar en tareas específicas: remover escombros pesados, aventurarse en lugares especialmente peligrosos o utilizar cámaras infrarrojas para determinar si una edificación aún se encuentra a demasiada temperatura como para ingresar.

Entre los especialistas llamados para asistir en la identificación de las víctimas se encuentra Jim Wood, experto en odontología forense, disciplina que utiliza los registros dentales de las personas para identificar los dientes hallados entre las cenizas.

“Lo difícil es conseguir esos registros», dice Wood. “En algunas de las identificaciones de los incendios del año pasado, apenas tenía una o dos piezas dentales”, agrega. «Y son extremadamente frágiles, lo que constituye un desafío adicional”. 

Wood señala que las prótesis de cadera y otros implantes médicos resistentes al fuego también fueron muy útiles en la identificación de las víctimas del año pasado.

Muchos de los voluntarios que remueven los escombros son rescatistas jubilados, que tienen más o menos la misma edad de las personas a las que buscan. Ken Sanders, de 75 años, acaba de peinar diez casas del Ridgewood Mobile Park Home, una comunidad de retiro en el este de Paradise.

“Hay otros que pueden estar vivos: ese es el lema de los buscadores y rescatistas”, dice Sanders. Y luego añade: “Nosotros hacemos nuestro trabajo para que otros vivan. Las familias necesitan hacer su duelo”.


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