Esta semana arranca el juicio en contra del agente especial antimafia Christopher Ciccione, por supuestamente recibirle un soborno al señalado capo colombiano José Bayron Piedrahíta, alias Simón o Montañero, para borrarle sus nexos con el narcotráfico y con la ‘Oficina de Envigado’.

Hombres de la DEA, apoyados en fotos, correos e informantes, creen tener evidencia para condenarlo a 20 años de prisión por cobrar 20.000 dólares. El dinero lo habría recibido el 7 de diciembre del 2010, en una cena en la que Piedrahíta apareció con mujeres prepagos, con el también narco Juan Carlos Velasco y con un famoso cantante de música popular cuyo padre estuvo preso en Estados Unidos por narcotráfico.

Pero Ciccione, agente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), niega haber exigido el dinero. De hecho, intenta demostrar que ese día no tenía programada una cita con Piedrahíta sino una reunión de trabajo con un oficial del Ejército de Colombia, y que de manera coincidente llegaron los capos y las prostitutas de catálogo.

El Tiempo estableció que el militar al que se refiere es el coronel José María Lorduy Dales, enlace del Ejército con el Congreso y para ese momento apostado en el Estado Mayor a cargo de investigaciones de alto impacto. Además, que con él llegó Emilio Otero Dajud, actual contralor de Córdoba y entonces secretario general del Senado, quien le entregó su tarjeta personal a Ciccione.

“Es cierto que me reuní con Ciccione y con otros agentes federales. Estábamos investigando un caso de tráfico de armas americanas que terminaron en Venezuela. En esa época trabajábamos bastante con el ICE y se hicieron investigaciones con un fiscal Mario Peñate”, le admitió Lorduy a El Tiempo.

Lorduy, hoy retirado del Ejército y excandidato al Senado por el Centro Democrático, agregó que se hicieron en una mesa aparte y que allí saludó a su amigo, el también cordobés Emilio Otero, quien es coleccionista de armas y llegó por casualidad al lugar.

“Después de la reunión con los agentes me fui del lugar. Estoy dispuesto a testificarlo”, explicó el coronel. Y aunque Otero no respondió los mensajes por estar fuera del país y tener “señal intermitente en su celular”, el propio Piedrahíta le admitió a este diario que eran amigos. Incluso, aparecen en fotos de redes sociales.

Con antecedentes

Ciccione, de 58 años, reforzará su defensa con los hallazgos de un investigador privado, que demuestran que ninguna de las prostitutas subió a su cuarto del hotel Marriott, del norte de Bogotá. También dice tener cómo probar que la noche de la cena ni siquiera bebió, porque estaba tomando antibióticos y que se cayó y se rompió la cabeza por mareos. 

Aunque la versión de Ciccione pareciera sólida varios correos, pagos en efectivo y testigos le podrían complicar su situación. El agente aparece pagando en esa época 17.000 dólares en el enganche de un jeep Wrangler y de una bodega. Además, canceló la deuda de tarjetas de crédito y tenía copia del pasaporte de Piedrahíta, para sacarlo de una lista de 200 casos pendientes de fugitivos, por instrucción (dice él) de un superior del ICE.

La DEA va a revelar que ya se había visto envuelto en un episodio de soborno, en 2010, en el cual intervinieron los entonces fiscales Frank Tamen y Bonnie Klapper, además los agentes Erick Morales y Robert Rutheford, entre otros. Todos ya fueron citados como testigos en contra de Ciccione.

En esa época se le acusó de recibir de unos narcos 11.000 dólares en el parqueadero del Dolphin Mall de Miami. 

Los allegados a Ciccione dicen que en ese caso se probó que se trató de una manipulación de evidencia, e incluso que un agente de la DEA estaría dispuesto a declarar a su favor.

Pero hay otros personajes que podrían enredar al agente: Jesús Alfonso ‘Poncho’ Berrío, amigo del ‘para’ Vicente Castaño, y el agente del ICE Adam Amendola. Este último estuvo en la cena y sabe si se recibió dinero y prostitutas, como lo señala un correo entre Velasco y Piedrahíta. En cuanto a Berrío, aparece en el ‘indictment’ como informante confidencial.

Unidad Investigativa de El Tiempo


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