Los Cascos Blancos, de los cuales centenares de sus miembros fueron evacuados esta semana hacia Jordania, son un colectivo de socorristas voluntarios que se hicieron famosos por sus tareas de rescate en las zonas controladas por los rebeldes sirios.

3.700 voluntarios

Este grupo fue impulsado en 2013, dos años después del inicio en Siria de la revuelta democrática contra Bashar Al Asad, duramente reprimida por las fuerzas del régimen. Pero no empezaron a llamarles Cascos Blancos hasta 2014.

Sus integrantes, muchos de ellos estudiantes o jóvenes opositores al régimen, se hicieron famosos gracias a los videos difundidos en las redes sociales, en los que aparecían rescatando entre los escombros a supervivientes, sobre todo a niños, siempre equipados con sus emblemáticos cascos de color blanco.

Más de 3.700 voluntarios, la mayoría de ellos sirios, con una escasa presencia de mujeres, participan actualmente en las tareas de rescate de los Cascos Blancos, según el principal responsable de la organización, Raed Saleh. Más de 250 de ellos fallecieron desde 2013.

Estuvieron activos en todos los territorios insurrectos de Siria, en especial en la Guta Oriental, exfeudo de los rebeldes en la periferia de Damasco.

Sin embargo, tras la sucesión de victorias del ejército sirio, su presencia se concentra ahora en las zonas rebeldes del norte y del noroeste de Siria.

Algunos de sus miembros fueron formados en el extranjero y luego aportaron sus conocimientos en técnicas de rescate y primeros auxilios a otros voluntarios.

Los Cascos Blancos recibieron financiamiento de numerosos países occidentales, como Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania o Canadá. Pero también donaciones de voluntarios para comprar material, como sus famosos cascos blancos.

«Independientes»

Candidatos al premio Nobel de la paz en 2016, finalmente no lograron este reconocimiento.

No obstante, fueron galardonados con el premio sueco Right Livelihood, un intento de «Nobel alternativo». Sus organizadores reconocieron su coraje excepcional, compasión y compromiso humanitario.

Un documental sobre los Cascos Blancos logró en febrero de 2017 el Óscar al mejor cortometraje documental.

Su lema, «Quien salva una vida, salva a toda la humanidad», procede de un versículo del Corán.

Pero los Cascos Blancos se presentan como una organización neutral, que socorre a todas las víctimas, independientemente de su religión.

«Somos independientes, neutros e imparciales, no estamos afiliados a ningún grupo político o armado», aseguró Raed Saleh.

En el punto de mira del régimen

Sin embargo, el régimen sirio y su aliado ruso suelen cargar contra los Cascos Blancos.

Algunos les reprochan ser marionetas de los gobiernos extranjeros que apoyan a los rebeldes sirios. Otros denuncian que militantes yihadistas forman parte de esta organización.

«Se afeitaron sus barbas, se pusieron cascos blancos y aparecieron como héroes humanitarios. Pero esta imagen no es cierta», aseveró el presidente sirio.


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