En las afueras de las panaderías de Caracas había más personas que sufragantes en los puestos de votación. Esa fue la realidad de una jornada electoral atípica, para «elegir» el presidente de Venezuela, que tuvo como protagonista a un pueblo ausente, cansado e incrédulo. 

En las calles reinó la soledad y el silencio. Entre las basuras regadas en todos los rincones de la ciudad, algunos habitantes hurgaban buscando comida. Algo que niega el gobierno. Ellos estaban ahí, no en los puestos de votación, reseñó El Tiempo.

Foto: Ginna Morelo / EL TIEMPO

El miedo y resignación se veía en las caras de los electores que salían de los puestos de votación. Una vez votaban, se dirigían a una improvisada mesa llamada «punto rojo» a menos de 50 metros del centro de votación, en donde alguien le pedía a cada sufragante el carnet de la patria para validar electrónicamente el código.

Foto: Ginna Morelo / EL TIEMPO

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