La más reciente novela de Isabel Allende, Largo pétalo de mar, recorre la historia de España y de Chile desde 1936 hasta 1994. Se centra en Roser y Víctor, una pareja catalana que huye hacia América en el barco Winnipeg, en un viaje organizado por Pablo Neruda que permitió a cerca de 2.000 republicanos huir de la mano de hierro de Francisco Franco.

Durante la presentación del libro en Madrid, con medios del mundo, entre los que estaba El Tiempo, la autora habló de su nuevo libro y de varios temas de su vida en primera persona.

Nacimiento del libro
“Me enteré del Winnipeg cuando era chica y vivía con mi abuelo. El barco llegó a Chile antes de que yo naciera, pero ya había en mi casa una referencia porque algunos de los republicanos que llegaron eran amigos de la familia y oí la historia. Cuando tenía como 18 años y trabajaba de secretaria en las Naciones Unidas, mi jefe era (el diplomático español) Carmelo Soria, quien fue uno de esos republicanos a los que sacó la dictadura de manera horrorosa. Luego, cuando yo misma estaba viviendo en exilio en Venezuela, (el periodista) Víctor Pey, que fue otro de los navegantes del Winnipeg, me contó su vida. Entonces pude visualizar esa odisea, esa epopeya: la huida de España, el cruce a Francia, los Pirineos, la llegada a Chile. En ese momento se estaba gestando la Segunda Guerra Mundial, que estalló un mes más tarde. Todo eso fue un regalo, porque la historia ya estaba hecha. Solo necesitaba documentarme”.

El padrastro
“Cuando llega el Winnipeg a Chile, en el libro lo reciben dos funcionarios públicos –uno de Inmigración y el otro del Ministerio de Relaciones Exteriores– para darles una visa y así puedan entrar a Chile. Mandan a esa misión al menos importante de todos los representantes del Ministerio y resulta que muchos años después fue mi padrastro. En aquel momento, el tío Ramón, como le decíamos, era un jovencito y fue de mala gana, porque pertenecía a esa clase social y a ese catolicismo que se oponían a la inmigración. Lo llevan hasta el barco y lo meten en una cabina chica donde tenían que registrar los pasaportes de los pasajeros. Los va conociendo uno por uno y le cambia completamente la idea que él tenía de la gente. El pasaporte que les expidieron decía donde tenían que situarse en el país de acuerdo con su oficio. Por ejemplo, los pescadores iban al sur y los mineros iban al norte. El tío Ramón, mi padrastro, les decía que no hicieran caso, que era un país libre y cada uno podía ir a donde le diera la gana”.

El oficio de escribir
“Hay varios temas que he tratado en los tres últimos libros. Uno es la emigración y refugiados, que me apasiona porque vivo en Estados Unidos, donde esta es la cuestión política de actualidad, como en Europa. Yo tengo una fundación que es manejada por mi nuera, que ha realizado varios viajes a la frontera donde ve lo que está pasando con los refugiados: cómo el gobierno de Trump ha vuelto imposible pedir asilo y ha convertido la situación de la frontera prácticamente en un genocidio. El otro tema es el amor maduro. Un amor como el de Víctor y de Roser, que se casan por conveniencia para poder emigrar y tienen una amistad preciosa, incondicional, y juntos hacen una vida sin entender que realmente son una pareja. Un día, ya maduros, se dan cuenta de que se adoran. Esta idea del amor maduro la tengo porque me toca muy de cerca: yo ya soy una señora vieja que no tendría por qué enamorarse”.

Semillas
“En mi caso, los temas nacen de una semilla que ha estado adentro de mí por mucho tiempo o es una emoción muy fuerte que necesito comprender, analizar, como sucedió con el libro de Paula. Se muere mi hija y un mes más tarde ya estaba escribiendo el libro porque necesitaba entender qué diablos había pasado, y eso me ayudó mucho. Pero a veces son temas que están conmigo por largo tiempo. Ahora escribí sobre refugiados porque los tengo tan presentes que no podía ser otro tema. Está en mi cabeza y en la fundación; no podría dejarlo a un lado”.

La fundación
“La idea de la fundación nació con Paula. Es un homenaje a lo que ella hacía en vida. Mi nuera le dio una misión clara, la organizó y trazó objetivos claros. Yo lo único que tengo que hacer es aprobar. Ella está en el terreno, viendo lo que está pasando. La fundación ayuda a mujeres y a niñas en programas que ya existen en temas que tengan que ver con derechos reproductivos, y trabajamos con refugiados”.

Novela histórica
“El desafío más grande cuando uno escribe una novela histórica es que no se note la documentación. Uno investiga mucho: yo tenía películas, libros, documentos de toda clase, mapas. Es el fundamento y hay que tratar de que eso no se note, que lo que importe sea la historia de los personajes”.

Éxito
“Nadie puede decir si un libro va a ser un éxito o no. Ni el editor, ni el escritor ni un adivino. Es una cosa rarísima. A veces es la oportunidad. ‘La casa de los espíritus’ no habría tenido ni la mitad del éxito si se hubiera publicado en otro momento, pero era el ‘boom’ de la literatura latinoamericana, era Chile que estaba en boca de todo el mundo, era Salvador Allende con mi mismo apellido, era una mujer en un ambiente masculino… Todo eso funcionó para que el libro tuviera más resonancia de la que se hubiera podido esperar”.

Mensaje al mar
“Escribo porque es mi oficio. Me encanta. Quiero contar algo, pero no sé cómo va a ser recibido. Es como meter un mensaje en una botella y tirarlo al mar: ignoras a qué orilla va a arribar, quién y cómo lo van a recibir. Eso me da una gran libertad. Si me pusiera a pensar en la trayectoria que podría o no tener el libro, estaría con una camisa de fuerza”.

Superventas
“El prejuicio a los escritores de superventas proviene de otros colegas que sienten que uno les ha quitado oxígeno y a veces de los críticos, porque se supone que mientras más oscuro un texto, mejor. Para mí, el premio mayor de los muchos que he recibido es la lealtad de los lectores. No siento que por el hecho de vender más tenga que estar avergonzada. El trabajo que pongo en cada libro es muy serio; no hay en mí un ánimo comercial, nunca me planteo cuánto voy a vender. Mi oficio es escribirlo y el de otros es publicarlo, venderlo”.

Aprender a escribir
“Se puede aprender a escribir, así como a tocar música. Pero hay algunas personas que nacen con el talento de contar. Es cosa de ritmo, de tensión, de lo que se dice y lo que no… Es instintivo. Doy clases de narrativa y habrá uno de 20 que sabe cómo hacerlo. Es el oído para la historia”.

El mundo de hoy
“Estados Unidos es un país hecho de inmigrantes, donde cada oleada de inmigrantes ha sido rechazada por los que llegaron antes. Ahora es contra los latinoamericanos porque nos vemos diferentes, somos fácilmente identificables. Ese sentimiento contra el inmigrante que hay ahora en el mundo no es nuevo, ha existido siempre. Hay una parte de la población que se siente amenazada por el cambio, por cualquier cosa que signifique adaptarse. El problema se va a agravar mucho con la crisis climática, cuando empiece a haber refugiados del clima, gente que escapa por falta de alimentación, sequía, hambre…”.

Feminismo
“Ha habido un resurgimiento del feminismo. Hubo un tiempo en que parecía que la gente joven no estaba interesada en esto. No era sexi ser feminista. Pero ahora hay un resurgimiento de esta lucha que no ha terminado y en la que falta mucho por hacer”.

Chile
“Hay siempre la tendencia en todas partes a olvidar el pasado. A veces la historia dentro de la ficción alcanza a más gente, y ahora en Chile no queda nadie que pueda ignorar lo que sucedió, pero para la gente joven es historia antigua porque no vivió nada de eso. Para ellos es tan lejano como lo puede ser, para los jóvenes, la Guerra Civil. El mundo va para adelante, y es labor del artista, del escritor, del historiador mantener la memoria viva. He escrito de la dictadura y de la posdictadura. Es muy difícil volver a contar la historia sin repetir lo mismo, desde otro ángulo, porque ese fue el evento que determinó mi vida absolutamente… Yo no hubiera salido nunca de Chile si no fuera por la dictadura”.

«Ahora me siento más segura. Ahora me siento más segura.Cada libro tiene su manera de ser contado. Antes pensaba que el libro me caía de encima como un regalo y que ese iba a ser el último».

La derecha extrema
“El nacionalismo, el populismo, la extrema derecha están afectando a Europa y a los Estados Unidos. Es peligroso. Se ven síntomas similares a los de los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial. Ese afán de bloquear fronteras, cerrarse en vez de unirse, hacer un mundo cada vez más pequeño y más excluyente. En Estados Unidos, el movimiento que Trump encarna no ha inventado nada. El hecho de que haya sido elegido presidente indica cuál es la tendencia del país: un país potencialmente fascista. Solamente sus sólidas instituciones lo han mantenido como la democracia que es”.

En términos personales
“Ahora me siento más segura. Cada libro tiene su manera de ser contado, su ritmo; hay que inventarlo todo cada vez. Antes pensaba que el libro me caía de encima como un regalo y que ese iba a ser el último. Ahora sé que si trabajo lo suficiente, voy a ser capaz de escribir sobre cualquier cosa (menos fútbol) porque ya tengo el oficio”.

Círculos que se cierran
“No sé lo que me depara el futuro, pero cuando miro mi larga vida veo que muchos círculos se han cerrado. Empieza una cosa, hay un largo periplo, un viaje que parece que no tiene dirección y de repente te encuentras en el punto de partida. Uno entiende las cosas al verlas con la distancia del tiempo. La muerte de mi madre reciente y la de mi padrastro del que hablé cerró un círculo emocional personal muy importante: siempre fui hija y fui joven hasta que murió mi madre, y ahora soy la más vieja de la familia”.

Amor
“Estoy enamorada. Mis nietos no quieren oír hablar de eso, les da una vergüenza espantosa. En los últimos tres libros he estado escribiendo sobre amor a distintas edades, y la verdad es que a medida que pasan los años vemos que el amor se puede dar en cualquier edad y de distintas maneras. Lo que encuentro muy difícil es amar cuando uno ha vivido mucho con la misma persona. Por ejemplo, mis padres vivieron juntos 65 años; al final estaban los dos sentados y no había nada que decirse. Uno debe cambiar de marido con frecuencia. Yo soy de amores largos: un marido cada 20 años. Supongo que este va a ser el último porque no voy a vivir 20 años más”.

Tiempo
“El paso del tiempo es importante no solo en la creación y en la formación del artista, sino en la vida diaria. Con el tiempo uno va eliminando la hojarasca en un proceso de limpieza, de madurez, que es muy importante para producir cualquier cosa y para terminar la vida bien. En el proceso creativo uno quisiera llegar al momento en el que elimina desde la vanidad hasta lo innecesario y se queda nada más que con la esencia de lo que importa”.


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