«¡Destruimos todo, demolimos todo y reconstruimos todo!». El famoso chef Frédéric Anton, con tres estrellas Michelin, se propuso convertir el restaurante de la Torre Eiffel, Jules Verne, en un sitio gastronómico a la altura del monumento.

El chef, de 54 años de edad, sucede al célebre Alain Ducasse, luego de una mediática guerra entre cocineros. Este sábado abrirá las puertas del excepcional establecimiento totalmente renovado, ubicado a 125 metros de altura.

Ducasse, que ostenta el récord mundial de estrellas Michelin y que había acogido a Donald Trump y a Emmanuel Macron en el Jules Verne, junto con sus respectivas esposas, para una cena en 2017, perdió la concesión del lujoso restaurante el año pasado.

Desde entonces no deja de criticar a su sucesor, que según él no está a su altura. Pero Frédéric Anton prefiere ignorar las críticas, lo único que le preocupa es imponer su estilo en el Jules Verne y obtener estrellas Michelin, como lo hizo con su otro restaurante, el Pré Catelan, galardonado con tres estrellas de la famosa guía gastronómica.

A diferencia de Ducasse, que ya no estaba en la cocina, Anton estará físicamente presente, yendo y viniendo entre sus dos establecimientos.

Anton admite estar fascinado de poder admirar todo París desde su nuevo restaurante, al que se llega por un ascensor privado. «Vengo una o dos veces por día. Tengo ganas de disfrutar al máximo», dijo a la AFP.

Coliflor con caviar, langostino con trufas

«No tengo prisa por tener 50 restaurantes en el mundo», dice Anton en un ataque contra su predecesor.

«Queremos escribir una nueva historia a partir de una página completamente en blanco», señala Franck Chanevas, director ejecutivo de Sodexo Sports & Loisirs, en Francia y España, que ganó la concesión del lujoso restaurante.

Entre los platillos que figurarán en la nueva carta del Jules Verne figura una sopa con caviar de berenjena ahumada; pato asado con rebozuelos, alcaparras y manzanas; cangrejo cubierto con zefir de manzana Granny, coliflor en crema Dubarry con caviar y langostinos en raviolis con trufas.

Para degustar un menú en este restaurante de casi 100 cubiertos habrá que desembolsar entre 105 a 230 euros (aproximadamente 120 a 260 dólares).

El establecimiento estará abierto todos los días de la semana y para entrar se requiere una vestimenta «casual chic»; es decir, que no es obligatorio venir con traje y corbata, pero está prohibido ingresar vistiendo bermudas o sandalias.

«Quiero que el Jules Verne sea un destino gastronómico y no solo turístico», señala Frédéric Anton.

Basquiat, Lanvin y Lagerfeld

«Quiero destacar los productos sin desnaturalizarlos. Cuando se coma cangrejo, tendrá sabor a cangrejo», explica el nuevo cocinero que hizo instalar en la Torre Eiffel una cocina ultra moderna, idéntica a la del Pré Catelan.

La única diferencia es que las placas de cocina son eléctricas, ya que el gas está prohibido en la Torre Eiffel.

La decoración, elegante y minimalista, está llena de referencias culturales. En el techo de la entrada se puede ver un cielo en plena tormenta, un guiño a una obra de Basquiat y Warhol que pintaron juntos la obra Torre Eiffel.

En las paredes colocaron paneles laminados en cruz esculpidos por Ingrid Donat, en homenaje a Gustave Eiffel, e inmensos espejos en los que se refleja París.

En la «Alcôve», un nuevo espacio del restaurante, un dibujo en el techo y los pies de las sillas evocan la caída de los vestidos de Jeanne Lanvin. Una foto tomada por Karl Lagerfeld viste también la pieza.

El techo nacarado, pintado con pinceles de acuarela, necesitó cientos de horas de trabajo.


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