A principios de marzo, los ajiceros elaborados por Juan Montemayor fueron punto de partida de una particular conjunción: la escritora Lena Yau ingenió unos microcuentos inspirados en ese producto, el colectivo de arte Terra Gráfica se sumó con su propuesta y el joven chef Daniel Torrealba creó un menú servido en el restaurante El Asador, donde aún se muestran los grabados de la iniciativa a la que llamaron Terra Candela.

Allí se consumaba de una manera original el propósito del maestro ajicero, quien  anhela “despertar preguntas en el paladar” con su emprendimiento. “Elaboro pastas de ajíes que tienen un grado de estimulación agradable, no es que se va la voz cuando las pruebas. Quiero que sugieran poesía y emocionen”, afirma Montemayor.

Hace ocho años, este arquitecto caraqueño llegó a ese emprendimiento sin premeditarlo. Elaboraba los ajiceros en casa, que siempre le recordaban a su abuelo andino, quien al probar la comida agregaba el toque mágico que lo estremecía. En una verbena del colegio de su hijo le invitaron a ofrecerlos. No se vendían hasta que los dio a probar. Y resultó.

Desde entonces creó una rutina en la cocina de su casa transformada en taller, en la que a diario elabora de 50 a 100 frascos de su propuesta, que ya suma 11 variantes fijas: pastas de distintas especies de ajíes que combina en recetas propias, sin preservativos y con colores llamativos. Ofrece, por ejemplo,  una encarnada de ají dulce. “La llamo el producto del emigrante, porque todo el que se va pide ají dulce para cocinar”. 

Luego tiene la serie de colores -amarillo, verde, rojo y morado- en los que combina una variedad de ajíes, como el dulce, el amarillo o el rocoto, en recetas propias. También están los que mezcla con frutas -piña, guayaba, mango o tamarindo-. Además, ingenia ediciones especiales para paladares más osados, con una mayor concentración de ajíes fieros; incluso ha usado el Carolina Reaper, considerado el más picante del mundo. Y si bien elabora estos a petición de los más valientes, su propuesta tiene otro norte. “Para mí, el picante no es dolor, es estimulación. En Venezuela, por lo general, lo usan mucho cuando sienten que a la comida le falta algo, y además lo que se consigue es tabasco. Aquí habla el ají. Cada uno se expresa distinto. A mí me interesa que sea parte integral de una receta, que no sea un ingrediente por añadidura”.

*En Instagram está como @maestroajicero. Se consigue en lugares como Licoteca, Galanga o Carbón y leña.  


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