OTAZU CHARDONNAY 2015

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Territorio y uva hacen el vino. El suelo no se mueve, pero se adapta. La uva, en cambio, viaja. A partir de allí nacen identidades y diferencias. Veamos, por ejemplo, este curioso ejemplar. Proviene de Navarra, España, de una zona donde 95% del viñedo es tinto, dominado por variedades autóctonas, como tempranillo y garnacha. Así lo ha sido desde tiempos remotos. ¿Qué hace entonces un vino blanco en evidente minoría? Pues, generar su propio espacio con una uva foránea venida de más al norte ante la poca presencia de las autóctonas. Ese fue el secreto de esta pequeña bodega que decidió, desde un comienzo, experimentar con otras cepas, cosa que la denominación de origen permite en este caso. Bodega Otazu, fundada en 1840, vivió una vigorosa renovación a fines de los noventa, que la convirtió en la “catedral” del vino de Navarra. Lo hizo apoyada en uva merlot y cabernet sauvignon, para los tintos, y chardonnay, para los blancos. Aparentemente una herejía, pero con resultados exitosos. Este Otazu Chardonnay 2015 es fresco, frutal, intenso, producto de la ausencia de madera en su elaboración, lo que lo aleja de aquellos que saben más a roble que a uva. Además, esta cepa ha resultado más agradecida que la nativa viura, carente de vitalidad en esos suelos. Puede a que los españoles no les interese mucho, por eso el éxito fuera de sus fronteras habla muy bien del vino en sí mismo. Igual con el rosado, emblema de los vinos navarros, elaborado con merlot. Si la uva es noble y bien trabajada, el vino funciona.


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