Épico. Histórico. Soñado. Inimaginable. Increíble. Digno de una película.  Todos esos calificativos identifican plenamente lo logrado por la Vinotinto en suelo surcoreano la madrugada de ayer en el Mundial sub-20. Y no solo por la victoria en sí sobre Uruguay en la tanda de penales que finalizó 5-4. También por la forma de hacerlo: lo que siempre pareció una utopía, hoy es un hecho.

“Ninguna historia es igual. Hemos recibido la oportunidad y hemos decidido escribir una historia diferente. Hemos jugado cada tres, cuatro o cinco días siempre con la intención y la creencia absoluta de poder tomar esa hoja en blanco para ponerle suficiente tinta para que la historia sea positiva y de alegría. Una historia que quedará para siempre, pero que todavía no llega a su fin, no le hemos dado el toque final”, dijo Rafael Dudamel.

Ambos equipos sabían lo que significaba un triunfo y lo dejaron todo en rectángulo de juego. Se necesitaron todas las instancias que un encuentro otorga para decidir un ganador: tiempo reglamentario, prórroga y penales.

El combinado patrio chocó con el muro charrúa y le costó pasarlo. Dispuso de varias ocasiones para anotar. Sin embargo, no pudo aprovecharlas. Además de que se mostró impreciso a la hora de generar fútbol, cosa que no había sucedido en ningún partido previo. Al menos no de esa forma.

La segunda mitad no tuvo el inicio que los dirigidos de Dudamel desearon. Un balde de agua fría cayó sobre sus cabezas cuando Nicolás de la Cruz abrió la pizarra con un penal, que fue sentenciado por el principal tras ver el vídeo. Pero, eso no disminuyó su convicción.

El ingreso de Yeferson Soteldo por Ronaldo Peña le dio otra dinámica a la selección nacional. Puso la esférica en el piso y con posesiones largas terminó de maniatar a un duro adversario. Y cuando el final estaba cerca, Samuel Sosa efectuó magistralmente un tiro libre que entró por la escuadra derecha del portero. Era el empate que tanto se había buscado.

Y llegó la fase que nadie quiere, los penales. Wuilker Fariñez, con sus manos, le dio a la Vinotinto el pasaje a la final al tapar dos penales y cerró una actuación pletórica. Sin olvidar los cuatro tiros desde los 12 pasos que batieron al meta charrúa. “No era un duelo personal, era el momento de pensar en mi país. Era meternos en la final de un Mundial”.


A las seis es la cita

JOHNNY VILLARROEL

Un aficionado le dice a sus compinches en una barra de un bar caraqueño antes del choque contra Uruguay: “Yo soy un madrugador, pero no he visto ninguno de los juegos de la sub-20 en vivo, no vaya a ser que los empave. Lo miraré después de que termine”. El hincha de la Vinotinto tendrá ahora que observar en diferido el partido final que disputarán el próximo domingo, a las 6:00 am, las escuadras de Inglaterra y Venezuela, para luego festejar con una birra.

Y es que muchos seguidores de la oncena nacional se despertaron el jueves a punto del amanecer, cuando escucharon los gritos de euforia de sus vecinos luego de que Samuel Sosa marcara el gol del empate en el minuto 91 contra la celeste. “Cuando escuché los gritos pensé que había caído el gobierno, pero luego me di cuenta de que se trataba de la Vinotinto. Meenganché al televisor y celebré las paradas del arquero Fariñez”, dijo un usuario en El Metro con una sonrisa de oreja a oreja.

Y es que ese partido tuvo todos los ingredientes de una película de suspenso. Un penal a favor de Uruguay que el árbitro polaco Marciniak Szymon no vio en vivo y que tuvo que recurrir al video para determinarlo y que cobró a la perfección el capitán charrúa Nicolás de la Cruz. “Lo que se cobró allí fue la intención de cometer la falta”, señaló un árbitro consultado.

El DT Rafael Dudamel logró una perfecta lectura del encuentro y al minuto  76 sacó a Sergio Córdova (notablemente cansado) y colocó a Sosa, quien no desperdició la oportunidad y marcó el golazo del empate con su magistral tiro libre. Wuilker Fariñez fue otro de los héroes de la gesta venezolana: durante los 90 minutos paró de todo, así como en los alargues. Pero su momento estelar llegó en la tanda de penales donde logró detener dos tiros para decretar el triunfo Vinotinto. Al final solo le dio gracias a Dios y con frialdad esperó la llegada de sus compañeros para festejar.

Así las cosas, como diría el bolerista cubano Panchito Riset: “A las seis es la cita, no te olvides de ir”. Allí estaremos el domingo en primera fila.


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