Sin brillo pero eficaz, la selección de Francia arrancó inició la Copa del Mundo con una ajustada victoria sobre Australia (2-1), ayudada por la tecnología -se pitó el primer penalti con VAR en un Mundial- y la fortuna. Se cumplieron los pronósticos en Kazán y Didier Deschamps, pese a ser poco amigo de las revoluciones, movió de arriba a abajo el once de su equipo, apostando por la juventud y por el tridente arriba formado por Griezmann, Mbappé y Dembélé.

El bisoño equipo galo salió de inicio con una media de edad de 24,5 años -sólo tres de los 11 futbolistas superaban los 25 años, Griezmann, Lloris y Kanté-, el combinado más joven alineado nunca por un seleccionador francés en un Mundial desde su inicio en 1930.

El VAR, el árbitro asistente de vídeo, entró por la puerta grande en Rusia y, en el minuto 58 ayudó a pitar un penalti por falta de Risdon sobre Griezmann que el colegiado había pasado por alto poco antes.

La alegría en el campamento francés duró poco. Tres minutos exactamente, el tiempo que tardó el árbitro en pitar otro penalti. Esta vez sin ayuda del VAR, ya que la acción de Umtiti fue más que clara. El defensa del Barcelona, en otra de sus desconexiones, levantó inexplicablemente la mano en un centro de Mooy y desvió su trayectoria. Penalti que no falló Jedinak para desatar la locura entre los australianos.

En el minuto 80, cuando el partido parecía encaminado al empate, una triangulación en el balcón del área acabó con un semi-remate de Pogba que tocó en Behich y cruzó la cal -el tanto lo dio la tecnología de línea de gol- para darle a Francia sus primeros tres puntos en Rusia.


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