Desde su llegada al Caracas FC en el 2012, el zaguero venezolano Rubert Quijada se convirtió en uno de los principales jugadores del campeonato local. Con el paso de los años, llamó la atención de diversos equipos en el extranjero. Al término del Torneo Apertura 2017, su salida era inevitable. Así fue. A mediados del mes de julio, fue presentado por el Al Gharafa SC de la Liga de Qatar y el 15 de septiembre jugará el primer partido de la temporada contra el Al Ahli.

“Al finalizar el semestre anterior, tenía varias ofertas sobre la mesa. Unas de Colombia, algunas del patio y la del conjunto qatarí, que fue la que acepté finalmente. Hay varias personas que criticaron mi decisión, pero es algo netamente personal. Tuvo mucho que ver Ederlei Pereira, brasileño que estuvo mucho tiempo con el Caracas, quien me contactó. Analizamos todas las propuestas que tenía y decidimos por esta. Creo que hice una buena elección y estoy contento”, explicó por teléfono Rubert Quijada.

El proceso de adaptación. Cada uno de los miembros de la institución ha puesto su granito de arena para que se sienta cómodo en esta aventura. “El recibimiento ha sido bastante bueno. Lo han realizado de la mejor manera y brindado todas las posibilidades para que me acople lo más rápido posible. Es una cultura muy diferente, así como el fútbol. La junta directiva, cuerpo técnico y mis compañeros han hecho que mis primeros días acá fluyan correctamente”, comentó Quijada.

Su director técnico es el francés Jean Fernández, quien ha estado al frente de diferentes escuadras en medio oriente. “Es un entrenador con bastante experiencia. Ya tiene mucho tiempo dirigiendo acá, así que conoce la liga. El tuvo que ver mucho con mi llegada. Una de las ventajas que tengo es que habla español con fluidez y nos entendemos bien. Además me pide que sobresalga por encima del resto y que ayude al jugador local. Son buenos pero deben tener más mentalidad ganadora y trato de ayudarlos en ese sentido”, acotó.

El chileno Luis Jiménez y el brasileño Jonathan Balotelli son los otros latinoamericanos que componen el plantel. “De resto son jugadores locales. Todos han sumado para que esté cómodo y que no tenga esa sensación de extrañar a tu país, cosa que es difícil porque allá están mis familiares y amigos. No obstante, estoy tranquilo con la decisión que tomé”, señaló.

Las instalaciones del equipo son de primer nivel y sin nada que envidiar a grandes clubes. “Tenemos un gimnasio con todos los equipos, una clínica con todo lo necesario para recuperación de los jugadores. Y un número muy importante de canchas. El tema de infraestructura es muy positivo”, dijo.

Estilo de vida completamente distinto. Su rutina cotidiana dio un vuelco de 180 grados debido a las condiciones climáticas. “El día comienza tarde, no es como en Venezuela que empieza temprano. El verano es bastante fuerte y la temperatura puede llegar a los 40 grados. Por eso la gente acá vive de noche. Me despierto, desayuno y en la tarde salgo a conocer los lugares de la ciudad, aprovechando que estamos en la pretemporada. Entrenamos tarde después de las 7 pm, la humedad es muy fuerte y puede llegar al 70%. Me voy temprano al club y hago gimnasio, algo que hacía en Caracas para mantenerme en forma”, relató.

Igualmente la dinámica de la ciudad donde se encuentra, Doha. “Todo es muy tranquilo. Cada quien está pendiente de su rutina diaria. No existen esas personas alegres como son los venezolanos. La algarabía en Qatar la tienen los extranjeros, que en su mayoría no son suramericanos. Además de que todo está completamente limpio, con seguridad y sin delincuencia. Otro punto es que las personas son muy nacionalistas. En las casas puedes ver la bandera del país en la entrada”, manifestó.

“Justo ahora, me tocó venir a donde la localidad está creciendo por el mundial de 2022. Un día iba a la práctica y la calle estaba cerrada. Le pregunté al chofer y me dijo que de ese punto en adelante iban a hacer otra ciudad por la Copa del Mundo. Eso me impresionó”, agregó.

Otro aspecto importante, llegó a un país donde la población es mayormente musulmana. “Por el tema de su religión, ciertas horas del día van a la mezquita a rezar y han tenido que parar entrenamientos durante seis o siete minutos para que lo hagan. Eso en mi país no se ve. Existe un respeto mutuo entre ellos y yo. Por lo tanto, mantenemos una distancia prudencial en ese aspecto”, reveló.


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