Dos equipos de Londres se enfrentarán el próximo miércoles 29 en Bakú, capital de Azerbaiyán, para dirimir cuál levantará la Europa League. Arsenal y Chelsea trasladarán a 4.000 km de la capital británica su añeja rivalidad. Los ‘Gunners’, como se conoce al Arsenal, ya tienen una baja segura, y no precisamente por lesión o suspensión.

No es, además, una baja cualquiera. Se trata del armenio Henrikh Mkhitaryan, una de las piezas más utilizadas en el mediocampo del equipo. Mientras sus compañeros estén pugnando por el título, el volante de 30 años tendrá que conformarse con verlo por televisión desde muy lejos.

La ausencia de Mkhitaryan obedece al temor que siente este por su seguridad personal. Las relaciones entre Armenia -país del que es oriundo- y Azerbaiyán, sede de la final, están marcadas por una tensión histórica, en la que los conflictos, las guerras y las disputas étnicas y religiosas han estado presentes desde principios del siglo XX.

Con la instauración de la Unión Soviética, en 1922, una paz forzada se instaló entre ambas repúblicas. Pero las heridas nunca cicatrizaron del todo y con la URSS ya tambaleante, a fines de la década del 80, reaparecieron las discordias territoriales.

El territorio de la discordia


La frontera de Nagorno Karabaj en mayo del 2016, luego de decretar el alto al fuego tras una escaramuza que duró varios días y causó más de 100 muertes. (Archivo AFP)

La pugna por Nagorno Karabaj ha marcado a fuego la historia entre ambas naciones en los últimos 30 años. Se trata de un territorio montañoso, enclavado en Azerbaiyán, de unos 11.500 kilómetros cuadrados con una población de mayoría armenia que proclamó su independencia de Azerbaiyán en 1991 y que cuenta con el apoyo del gobierno Armenio.


La pugna por Nagorno Karabaj ha marcado a fuego la historia entre ambas naciones en los últimos 30 años. (AFP)

En 1994 se firmó un alto el fuego luego de una guerra que duró 6 años y dejó 30.000 muertos y casi un millón de refugiados. Nunca se negoció un tratado de paz y con perturbadora realidad se suceden escaramuzas en la frontera. En abril del 2016, una de ellas -que duró varios días- causó más de 100 muertes, con bajas civiles y militares de los dos lados.

Ni Rusia ni Francia ni EE.UU., que presiden el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE), han sido capaces de hallar una solución duradera para el conflicto.

Todas las gestiones internacionales se han estancado. Tanto Rusia, cuya antigua alianza militar con Armenia es inocultable, como Turquía, cuya postura es más cercana a Azerbaiyán, han estado últimamente mucho más ocupados con la guerra civil en Siria y con otros problemas geopolíticos.

Nunca juntos ni revueltos

La tensión política entre ambos estados ya ha llegado hace tiempo al deporte, sobre todo al fútbol. En las eliminatorias para la Eurocopa del 2008, Armenia y Azerbaiyán fueron encuadradas en el mismo grupo, pero luego que los azeríes se negaran a presentarse en suelo armenio y no se acordara jugar en una cancha neutral, los dos cotejos fueron cancelados.

Desde entonces, la UEFA ha hecho hasta lo imposible en los sorteos respectivos para que las selecciones y los clubes de ambos países no se midan entre sí.

Un temor recurrente

No es la primera vez que, debido al encono entre armenios y azeríes, Mkhitaryan ha evitado pisar territorio de Azerbaiyán. En el 2015, cuando jugaba en el Borussia Dortmund, no viajó al partido del club germano contra el Gabalá. Y hace apenas siete meses, en octubre del año pasado, el mismo Arsenal se enfrentó al Qarabag FK (el club más laureado de Azerbaiyán) en la fase de grupos de esta misma Europa League, y el mediocampista armenio se quedó en Londres.

Tampoco es Mkhitaryan el único deportista armenio que ha evitado viajar al país vecino (y enemigo). Alexandr Karapetian, un futbolista menos glamoroso, tampoco viajó con el Progres de Luxemburgo (club en que milita) a Azerbaiyán para el choque ante el Gabalá por la primera ronda de la Europa League.

Igualmente, la selección armenia de judo no participó del Mundial de dicho deporte realizado en Bakú, en setiembre de 2018, aduciendo falta de seguridad para sus integrantes.

Presiones de ambas cancillerías

No hubo manera de convencer a Mkhitaryan de que este año las cosas podían cambiar y fluir sin problema. Tras coordinar con el Gobierno Azerí, la UEFA aseguró que el mejor jugador armenio de toda la historia no tendría obstáculos para conseguir el visado, pese a la prohibición que recae desde hace más de 20 años sobre todos los nacidos en Armenia.

Las autoridades de Azerbaiyán se mostraron dispuestos incluso a obviar el hecho de que Mkhitaryan hubiera visitado los años 2009 y 2012 el mencionado enclave de Nagorno Karabaj en misión humanitaria.

En los últimos días, tras superar Arsenal al Valencia en las semifinales y siendo ya segura la presentación de los ‘gunners’ en Bakú, la cancillería azerí instó a no mezclar “la política y el deporte”, al tiempo que el presidente de la federación de fútbol aseguraba que la seguridad de la estrella armenia estaba garantizada.

Las presiones también vinieron, por supuesto, del lado de sus compatriotas, muchos de los cuales consideraban que Mkhitaryan debía renunciar a jugar la final, puesto que de jugarse sin incidentes supondría un espaldarazo diplomático para la nación enemiga.

Si bien la cancillería armenia señaló que no se opondría a que el declarado cinco veces futbolista armenio del año jugara si se otorgaban las garantías, acusó al gobierno de Bakú de “racismo y xenofobia” por la prohibición de que aficionados de origen armenio asistan a torneos deportivos.


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