España compite contra Marruecos en la última jornada del grupo B del Mundial 2018, un partido que traza su futuro en el torneo, con tres posibilidades, desde la primera posición y aparentemente el cuadro más accesible o la segunda plaza hasta una eliminación hoy por hoy impensable. En el estadio de Kaliningrado, cuyo irregular estado del césped preocupa a ambos equipos y a la FIFA -ninguno de los dos se entrenará en el escenario del choque en la víspera para preservarlo para el encuentro-, la selección española necesita un solo punto para sellar su pase a los octavos de final.

Es suficiente después de su empate en la primera jornada contra Portugal (3-3) y de su victoria 0-1 apurada en la segunda con Irán. Incluso la derrota este lunes, si el equipo asiático también pierde contra el conjunto luso, sería también una vía segura para volver a las eliminatorias de un Mundial después de ocho años, desde 2010.

Otro asunto es el liderato. Ahí, las previsiones, siempre dependiendo del otro marcador de Portugal e Irán, son ganar y golear para amarrar las mayores posibilidades de terminar en la cima del grupo y, por extensión, aún aparentemente a la espera de la definición de todos los grupos, encarar un cuadro más amable.

“Un equipo que no tiene miedo a nada es muy peligroso”, advirtió a EFE Saúl Ñíguez sobre el enfrentamiento en Kaliningrado, en el que España verifica a la vez sus aspiraciones, su ambición y sus mecanismos ofensivos y defensivos, a debate primero contra Portugal y después, con aún más intensidad, tras el triunfo 0-1 ante Irán.

En contraste, desde su eliminación en la Eurocopa 2016, España se mantiene invicta. Son ya dos años concentrados en 22 partidos sin derrotas, con quince victorias, siete empates, 71 goles a favor.


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