La clave de su partitura se sostuvo siempre en una sola nota: la  paciencia. Lo supo desde aquella primera reunión de 1974 con ocho músicos en el sótano de un edificio de Candelaria. El paso inicial de una visionaria labor social. José Antonio Abreu estaba seguro de la trascendencia que tendría su proyecto. Un sistema de orquestas esparcido por el mundo que hoy lo despide. El maestro falleció hoy en la tarde, en Caracas, a los 78 años de edad.

A ese primer ensayo de la Orquesta Nacional Juvenil asistió un grupo pequeño, que no llegaba a las 10 personas. Abreu había conseguido que desde el Conac le prestaran 50 atriles. Ese día se quedaron vacíos, pero no sería por mucho tiempo. La segunda convocatoria logró reunir a 25 músicos. La tercera 46. Al cuarto ensayo eran 75 jóvenes con sus instrumentos. Una reacción en cadena que se mantuvo en el tiempo.

El maestro Abreu nació en Valera, Trujillo, el 7 de mayo de 1939. Su camino siempre estuvo atado a la música. Era lo natural en una familia de ejecutantes. Sus primeros estudios los realizó en Barquisimeto y a los 18 años de edad se mudó a Caracas, donde continuó su formación en piano, órgano y clave entre las esquinas de Veroes a Santa Capilla. En 1964 se graduó como maestro compositor en la Escuela Superior de

Música José Ángel Lamas, bajo la batuta del maestro Vicente Emilio Sojo.

La música no le impidió dedicarse a su otra pasión: la economía. Se graduó summa cum laude en la Universidad Católica Andres Bello. Al mismo compás comenzó a desarrollar su actividad política, en los años sesenta. Luego, en Estados Unidos cursó un PhD en Petróleo, en la Universidad de Pensilvania. Es a su regreso cuando comienza a pensar en grande, en la multiplicación de instrumentos musicales por todo el país, una suerte de delirio que le permitía dormir poco.

María Teresa Castillo, personaje insigne de la cultura nacional, lo definió como uno de los hombres más extraordinarios de Venezuela. “No conozco a alguien tan trabajador como él y, sobre todo, con la capacidad de hacer realidad los retos que se ha propuesto. Nadie puede negar que sea uno de los hombres más relevantes de la música y el arte en nuestro país”.

El primer ensayo importante de lo que sería luego conocido como el sistema de orquestas se concretó en la Escuela de Música Juan José Landaeta el 12 de febrero de 1975. La Orquesta Nacional Juvenil, bajo la batuta del mismo Abreu, debutaría formalmente el 30 de abril de ese año en el edificio de la Cancillería, en homenaje al gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Su primera gira fuera del país la harían meses después. Viajaron a México en un avión militar, con el pasaporte colectivo número 1586.

“Era una nueva y estimulante presencia, una viva esperanza, lo que allí se asomaba era el rostro de un país distinto y mejor del que solemos ver en la faena diaria y en la mezquina pugna de los intereses subalternos”, escribió Arturo Uslar Pietri en su columna “Pizarrón”, que publicaba en El Nacional.

La política. Al maestro Abreu nunca le perturbó la idea de la muerte. “Para el descanso, el descanso eterno”, repetía ante todo el que se sorprendía por sus largas jornadas de trabajo. De sus miedos, el más conocido fue quizás el que le tenía a los aviones, que enfrentaba siempre con un rosario en la mano.

El poder, sin embargo, nunca le atemorizó, siempre le sedujo. Abreu fue diputado antes de cumplir los 30 años de edad. Su cercanía a los gobiernos fue una nota acorde en su carrera. Siempre frecuentó a ministros y jefes de Estado.

Como economista se encargó de la Dirección de Planificación de Cordiplan y fue asesor del Consejo Nacional de Economía. Abreu también fue ministro de la Cultura y presidente del Conac en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. Fue el único que continuó en su cargo luego de la transición, durante la presidencia de Ramón J. Velásquez. “Nadie como Abreu ha encontrado el secreto de estar ahí, en cada acto cultural, firma de convenio o agasajo por más nimio que sea. No hay quien lo iguale en el número de equipos de prensa. Ninguno como el ministro de la Cultura ha acertado en su estrategia comunicacional”, se lee en un perfil publicado por Marianela Balbi en los años noventa.

La estrategia le sirvió puertas afuera, en los viajes que realizó con las orquestas juveniles. En 2008 el sistema de orquestas venezolano fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, el International Puccini Awards y el Glenn Gould. En 2009 recibió el Premio Polar en Estocolmo, considerado el Nobel de la música. Ese mismo año se le concedió el Premio del Consejo Directivo del Grammy Latin.

El sistema se volvió experto en multiplicar aplausos en todos los continentes. Abreu solía parafrasear los pensamientos de la madre Teresa de Calcuta: “Lo más terrible de la pobreza es la falta de identidad, no ser nadie en el mundo y la sociedad. En la orquesta, ese niño comienza a adquirir un perfil, comienza a adquirir una pertenencia. La orquesta se convierte en una extensión de la familia”.

El fundador del sistema de orquestas se mantuvo cercano al gobierno de Hugo Chávez. La cara más visible del proyecto, Gustavo Dudamel, dirigió conciertos gubernamentales y se retrató en varias oportunidades con el fallecido presidente. La misma tónica continuó durante el mandato de Nicolás Maduro, a quien consideró un aliado importante.

En los últimos dos años, sin embargo, el maestro Abreu se mantuvo alejado de la vida pública. No fijó posición sobre las protestas en contra del Gobierno de Maduro, en las que trágicamente murió uno de los músicos del sistema. Un hecho que Dudamel repudió públicamente y lo enfrentó al régimen de Maduro.

Fragilidad. Desde finales de 2014 la salud de José Antonio Abreu se vio comprometida. Sus problemas de movilidad se fueron agravando en los últimos años. Su delicado estado de salud lo mantuvo en cama, hasta la tarde de este sábado cuando murió. Los actos velatorios se realizarán hoy en el Centro de Acción Social por la Música desde las 8:00 am hasta las 2:00 pm.

El legado del maestro Abreu trascenderá en la historia, y en los miles de niños que diariamente encuentran en la música una esperanza.


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