María Gabriela de Faría no quiere perder ninguno de los minutos de su estadía en Venezuela. Hace una semana llegó al país para participar en los preparativos del rodaje de la adaptación cinematográfica de Blue Label/Etiqueta azul de Eduardo Sánchez Rugeles, que dirigirá Alejandro Bellame.

Reconoce que este proyecto tiene un peso mayor al que ha sentido con otros trabajos. Interpretará a Eugenia Blanc, una de las protagonistas de la famosa novela del escritor venezolano. Apenas se supo que sería ella la encargada de ponerle rostro al personaje, surgieron las felicitaciones, pero también los comentarios de aquellos que consideran que sus grandes ojos claros no se corresponden con la imagen que tienen de la protagonista desde que leyeron la historia, publicada en 2010, de uno de los best sellers de la literatura venezolana.

“Estoy preparada para recibir coñazos, porque además siempre me los dan. Ahora, con las redes sociales, donde uno coloca información, estás sujeto a recibir todo tipo de comentarios. Uno crea un cascarón y sabe que no puede gustarle a todo el mundo. Total, la única aprobación que me importa es la de Eduardo Sánchez Rugeles. Igualmente es una responsabilidad muy grande. Por eso no duermo”.

De Faría leyó la novela cuando tenía 21 años de edad. “Me pareció acertadísima la lectura que hace Eduardo de la juventud. Sentí que lo había escrito una chama. Hay que tener mucha intuición para mostrar toda esa información. Además, trata un tema que todo el mundo ha sentido, eso de querer dejar todo. En algún momento fui esa Eugenia y me encantó. Además, me pareció bellísimo el viaje que estos muchachos emprenden a Mérida”, dice la actriz, que desde hace cinco meses vive en Los Ángeles. Antes había estado en Colombia.

En la novela, Eugenia está desesperada por irse de Venezuela, pero para concretar sus planes necesita unos documentos. Inicia, entonces, un periplo con unos amigos para encontrar a su abuelo.

Si bien De Faría tiene una conocida trayectoria en telenovelas venezolanas, por segunda vez participará en un largometraje nacional. El anterior fue El don (2006) de José Ramón Novoa. “Pero estaba muy chiquita. Fue un personaje pequeño”, comenta la actriz, que en 2018 estrenará la segunda temporada de la serie Sitiados de Fox, así como la película mexicana Plan V, de Fez Noriega.

—¿Se desquita entonces con esta actuación?

—Sí, porque toqué puertas después de ese primer papel que nunca se abrieron. Me dieron oportunidades afuera. Actué en Colombia y en México. También he estado en películas en Estados Unidos, pero acá no se daba. Creo que el universo me tenía reservada esta película. Siento además que las producciones venezolanas recientes nos están haciendo un lobby maravilloso al ganarse premios importantes en el exterior. Es un orgullo que esto pase en este momento.

—Una oportunidad que puede usar como trampolín en Los Ángeles.

—Exacto. Así se lo vendí a mi equipo en Los Ángeles. Allá todo se maneja de modo diferente, uno tiene un manager, una agencia, muchas personas que se tienen que poner de acuerdo para que uno haga algo. Entonces les mostré Tamara, La familia, El Amparo. Les dije que todo eso era muy arrecho y con este proyecto queríamos hacerlo mucho mejor para presentarlo en los festivales más importantes. Ellos no entendieron por qué venía a Venezuela en momentos en los que las puertas se están abriendo allá.

—¿Qué puertas se están abriendo?

—He tenido un par de propuestas después de algunas audiciones y he debido decir que no porque estoy comprometida con este proyecto. Una es para el piloto de una serie de Netflix que se hará en Vancouver, y otra es para la segunda temporada de Glow, de la misma plataforma.

—¿Por qué dijo que no?

—Todo el mundo me decía que no viniera a Venezuela, más aún con lo que está pasando. Me preguntaban si me iban a pagar un dineral. Y no. Pero no sabía cómo explicarles mis razones. Es intuición, siento que esta película es más importante que cualquier cosa que haga ahora.

—Además de Eugenia, ¿con qué otro personaje se identificó?

—Mi favorito siempre fue Vadier. Es el más espontáneo. Entre tanta oscuridad y energía pesada que hay en Eugenia y en Luis, gracias a Dios que está él en ese carro, que es todo lo que ellos dos no son.

De Faría, de 25 años de edad, espera que con la adaptación al cine de Blue Label/Etiqueta azul haya una mayor valoración del país a través del viaje que emprenden los personajes. “Eugenia no es feliz. Cumple su sueño de irse, olvidar sus raíces, pero tiene un vacío que no puede llenar con nada”.

—¿Sufre esas mismas carencias?

—En algún momento. Era una persona depresiva, muy volátil. Creo que eso viene de saber quién es uno, es lo que ocurre si uno desconoce de dónde viene.

Desde afuera

La actriz María Gabriela de Faría, de 25 años de edad, asegura que trata de hacer lo mejor que puede. “Cada día lejos de mi tierra aprendo a apreciar más las cosas que no se van a encontrar en ningún lugar del mundo sino aquí. Antes decía: ‘¡Qué mierda este país!’, tal como lo hace Eugenia, pero ahora no. Es fundamental tener conciencia de las raíces para lograr lo que se quiere”, indica.

“Cuando llegué a Los Ángeles me encontré con una ciudad muy dura y pesada, donde la gente no se quiere relacionar contigo a menos que tengas algo que darles. Llegué sola, porque mi novio - Christian McGaffney- estudiaba actuación en Londres. Cuando él apareció fue muy bueno porque es amigo de Eloísa Maturén, que es la reina del carnaval y conoce a todos los venezolanos que están por allá. Nos reunimos siempre para hablar, hacer arepas. Son personas que entienden tus chistes, tus vivencias. Uno se siente acompañado. Celebras y lloras con ellos”, cuenta.


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